Este jueves nos convoca MAG desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO, con un reto megadifícil. Construir un relato que contenga unas frases que construiremos previamente, iniciadas con la consonantes de la palabra iNSPiRaCioN, pero tal como está aquí escrita; sin hache. No ha quedado muy claro con esta explicación pero ya llegará el ejemplo. El contador de palabras marcaba 506, pero quitando las frases muestra del principio, quedan en 350 justas
Podéis encontrar el resto de aportes AQUI
Las frases a incluir son:
Nunca gires a la izquierda
Sabiendo eso hubiera sido más fácil decidir
Pocas oportunidades como esta
Razón no le falta
Cuando las barbas de tu vecino
Nadie sabrá nunca nada
―Y recuerda que tendrás pocas oportunidades como esta.
El púgil salió lanzado en dirección a su contrincante. Tras unos segundos de tanteo comenzó el intercambio de golpes. Cuando estaba a punto de acabar el primer asalto, una derecha incontestable dio con uno de los boxeadores en el suelo.
―¡Eh, eh, despierta!
―¿Qué? ¿Qué pasa?
―¿Cómo que qué pasa? Que te has tragado un derechazo que ni lo has visto venir. ¿Qué te he dicho cuando veníamos hacia aquí? ¿Qué te he dicho en cuanto hemos sabido quién era el rival?
―Pues no lo sé. No sé a qué se refiere. Me ha dicho usted muchas cosas.
―”¡Nunca gires a la izquierda! Ese tío tiene una derecha demoledora y si…”
―Pensé que se refería al tráfico ―mintió el púgil―. Como íbamos conduciendo…
―Pero ¿qué tráfico? ¿Para qué te iba yo a hablar del tráfico? Si además conducía yo, ¿Para qué te iba a decir…
―Ya. Es que tras el tanteo inicial me había trazado una estrategia que consistía en… pero claro, sabiendo eso hubiera sido más fácil decidir otra. Pero, tranquilo, ahora me levanto y sabiendo eso, se va a enterar este…
―Pero qué levanto ni leches, si ya hace media hora que te derribaron. Ya no queda nadie aquí.
―Ah…
―Pensábamos que te despertabas ya, porque empezaste a mover la piernas y murmurando “izquierda, izquierda, izquierda derecha izquierda”. ¿Estabas soñando con el ejército o qué?
―Pues no sé. No me acuerdo. Nunca me acuerdo de lo que sueño ―siguió el púgil haciéndose un poco el tonto intentando cambiar de tema.
―Pues ya te dije que vas a tener pocas oportunidades así. Este, aparte de la derecha, era un paquete.
―Ya, claro. “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”
―¿Qué?
―Es un refrán… ―arguyó como pidiendo disculpas.
―Ya sé que es un refrán. Pero aquí no viene a cuento de nada. ―El púgil hizo una pausa simulando que estaba pensando si el refrán encajaba, y finalmente dijo:
―Pues es verdad. Razón no le falta. -El entrenador se lo quedo mirando-:
―Oye, ¿estás bien?
―Sí, sí. Estoy bien ―contestó sin demasiada convicción.
―Pues venga, que hoy me tienes que llevar tú a casa. No hace falta que te duches que no te ha dado tiempo ni de sudar.
―No, no. No estoy demasiado bien. Un poco mareado. Mejor conduzca usted ―se excusó el púgil, ocultando a toda costa que nunca se pudo sacar el carnet de conducir.
―Pero ¿no has dicho antes que estabas bien?
―Sí, pero ha sido ahora al levantarme…
Cuando el entrenador-chófer llegó a destino, paró y el púgil se bajó.
«Otro día que he salvado. Un boxeador disléxico. Si alguien se enterará… pero no. Nunca sabrá nadie nada», pensaba el púgil mientras se dirigía a la puerta de su casa buscando en el bolsillo derecho las llaves que estaban en el izquierdo.