Este mes, el concurso del TINTERO DE ORO nos reta a escribir un cuento de Hadas o medieval con moraleja. No debe ser un cuento para niños. La moraleja y una breve explicacion sobre de donde surgió este texto , en principio un poco raro, estan al final.
Podeis encontrar el resto de concursantes AQUI
Sir Marccelot era el más valiente caballero de la Corte pero tenía un temor oculto que nunca confesó a nadie. Era un miedo infundado, pero es sabido que los temores irracionales son los más insuperables.
El referido temor era perder las botas, cuando se encontraba en la Corte, y su equivalente en el campo de batalla, quedarse sin caballo.
A Sir Marccelot le duraban poco los escuderos, así que era habitual que tras una batalla volviera a la Corte solo. En esta ocasión regresaba del norte y hacía un tiempo espantoso. Una mezcla de frio y humedad calahuesos con niebla impenetrable. Los caminos estaban embarrados pero, Sir Marccelot no había perdido las botas. Ni el caballo, todavía.
Llegó a una posada. No había prácticamente nadie. Dejó el caballo fuera sin preocuparse demasiado. Se notaba que pertenecía un caballero por lo que nadie se atrevería a tocarlo. Dentro había dos clientes y el posadero. Pidió de comer, comió y pagó. Al salir el caballo no estaba. Sir Marccelot enfurecido sacó la espada, pero no había nadie. Pensó que el posadero podía estar compinchado con alguien, pero cuando vio su cara al ponerle la espada en el cuello, descartó dicha posibilidad.
Así pues, echó a andar. Dos millas después el frio era insoportable, la niebla más impenetrable y encima se puso a llover. Apenas veía por donde iba, así que cuando se acercaba a una sombra, alzaba la espada para evitar chocar. Llegó a una oscuridad que crecía a medida que se acercaba, por lo que dedujo que era una casa o una cueva… Finalmente la espada topó con algo. Una montaña. Tras un rato rodeándola en busca de refugio, encontró una cueva y entró. Escuchaba rumor de gente, pero no veía nada, porque la más absoluta oscuridad inundaba todo. Volvió a adelantar la espada, arrastrándola por el suelo a derecha e izquierda para evitar chocar, y sobre todo para no caer por algún precipicio.
Entonces chocó con algo metálico. Intentó sobrepasarlo pero no pudo. A medida que se adentraba en la cueva hacía menos frio, así que decidió franquear aquella barrera como fuera. Intentaba pasar sobre ella, cuando alguien lo detuvo y le pidió dos monedas. Sir Marccelot se sobresaltó sobremanera, porque no había percibido ninguna presencia. Blandió su espada en alto aunque seguía completamente ciego. Pensó que el otro debía estar igual, y que, por tanto, no percibió que se encontraba ante un Caballero de la Corte.
Entonces pensó si no sería ese el pago del barquero. Aquella oscuridad podía ser la puerta de la muerte, y un frio helador le atravesó. Eran demasiadas coincidencias, las que se aliaban para tener al Caballero más valiente de la Corte, en aquel estado de indefensión. Así pues, haciendo una vez más alarde de su valor, preguntó si hablaba con Caronte. La respuesta fue una carcajada que acabó con un rotundo NO.
Esto alivio a Sir Marccelot, que pagó las monedas de buen grado. La barrera metálica desapareció, y continuó arrastrando la espada a su frente, hasta que detectó un precipicio, de pendiente uniforme y tenue. Continuó, iniciando el descenso. La bajada era escalonada. Notaba que había más gente bajando a su lado y mucha más a su frente. Cuando terminó la pendiente y el camino se allanó, volvió a echar la punta de la espada a tierra, y esta comenzó a deslizarse por unos surcos en el suelo, guiando el avance de Sir Marccelot. Se acercaba a un tumulto. Cuando llegó a su altura, se detuvo ya que estaban parados, como esperando algo.
Progresivamente, un estruendo comenzó a inundar la cueva. El ruido fue cambiando a una especie de siseo que provocaba el monstruo que invadía la cueva, a medida que se detenía. Aquel siseo le produjo un “deja vu”. Echó la mano al frente y pudo tocar al monstruo. Por su tamaño y la fuerza que desarrollaba en su desplazamiento, debía ser un dragón, pensó. No. Era frio y de piel lisa. Entonces pudo concretar el recuerdo del siseo. Era un basilisco. Una vez se enfrentó a uno, pero no era tan enorme como este.
Había aprendido que el basilisco es invencible en ataque frontal, pero que desde un flanco, que era la posición en que se encontraba, podía causársele graves daños; así que blandió la espada y mandobló al frente. Apenas notó oposición al rajar la carne del monstruo. Al abrir aquella puerta en el costado del basilisco, notó que salía de él un calor impropio de aquella frialdad de piel. Se sintió empujado al interior de aquel bicho inmundo por la multitud de gente que avanzaba tras él. El calorcito era agradable, pero no olía a intestinos putrefactos, sino a sudor.
El monstruo, lejos de caer muerto, volvió a avanzar, sin duda espoleado por la enorme herida abierta, pensó Sir Marccelot; pero cuando volvió tocar el costado del monstruo, esta vez desde dentro, comprobó que la herida se había cerrado.
Tras un rato intentando conservar el equilibrio dentro del monstruo, con la ayuda de su espada, el basilisco se detuvo. Primero pensó que tras el encabritamiento inicial, la gran pérdida de sangre provocada por la herida antes de cicatrizar, había consumido por completo sus energías. Pero cambio de idea cuando escuchó aquello de “Próxima estación, Rocafort. Correspondencia con casa de Marc”
MORALEJA: Enfrenta tus miedos, por las buenas o por las malas.
Este relato surgió de la admiración por cómo se manejan los ciegos solos en el metro, tras un recorrido en este medio de transporte con mi amigo Marc
Un cuento, una historia, una crónica de vida que nos abre los ojos hacia los que no nos ven, una espada, el bastón blanco, la ceguera, la oscuridad. Me ha encantado como lo has resuelto. Abrazucos
ResponderEliminarEres una lectora atinada certera y preclara como pocas. Nunca se te escapa nada por criptico y dificil que sea. sin comentarios ni aclaracioes anteriores siempre das en el clavo, en el centro del clavo. tus comentarios son de lo mas estimulante
Eliminargracias por pasar y comentar
Curioso, didáctico y necesario relato para imaginar esta situación de no ver.
ResponderEliminarUn abrazo.
ahora no trato con él porque la vida da muchas vueltas, pero una vez, una amiga comun organizo una cena con los ojos vendados y es una experiencia.
Eliminarabrazoo alfred
ResponderEliminarMuchas gracias, Gabiliante, por participar con este cuento en el homenaje a Basile y el Pentamerón. Un abrazo y ¡suerte!
gracias a ti , por buscar una convocatoria tan original, sobre un autor desconocido para casi todos, por lo que he leido, pero con un tema tan cercano. y hacernos comprender como un reo tan simple que hasta los niños entienden su objetivo, resulta tan complicado de elaborar. yo he tenido que echar mano de un texto que escribí hace tiempo, originalmente de 1600, porque no se me ocurria nada.
Eliminarabrazoo
mmm Una especie de caballero en tiempos modernos, vaya es original ese enfoque. Quiere decir que a TODOS nos han robado el caballo y nos toca andar a basiliscasos
ResponderEliminarquise imaginar la aventura que le supone a un ciego la primera vez que se atreve a montar en metro solo. para mi, el valor de un caballero de la corte, no se puede ni comparar.
EliminarabrazooJose
Es que moverse con el transporte público es toda una odisea! No puedo imaginar lo que debe de ser hacerlo sin poder ver! El relato es muy imaginativo y original, te mantiene con el misterio hasta el final! Ja, ja! Me he quedado con la intriga de saber el porqué de ese miedo a perder las botas y el caballo! Je, je! Un abrazote y mucha suerte en el concurso amigo!
ResponderEliminarcualquier miedo servía. lo de perder el calzado era un miedo mio de niño, pero cualquiera sirve. el caballo para un caballero es mucho peor que perder las botas. pero no podia ser el miedo a montar en metro porque tenia que ser algo que pasara sin querer, y que luego se manifestara la indefension de la ceguera
Eliminarbesazzooo amiga
Hermosa y dinámica historia, enmarcada en las condiciones del reto. Muy bueno el giro hacia el estadio de los ciegos y su manera de superar sus carencias con desición e intelogencia práctica. me gustó.
ResponderEliminarsu valentia, ampliamente superior a la de los caballeros andantes, imginando solamente como es una estacion de metro, imaginando como llega el convoy, su fuerza arrasadora y lo cerca que estan de caer a las vias, no sé como lo imaginan
Eliminarabrazoo y gracias por pasarte uy comentar
Genial, Gabiliante. El final es tremendamente sorprendente y cambia por completo la historia. Un cuento para reflexionar, a partir de una metáfora muy potente. Me ha encantado.
ResponderEliminarrealmente es poco realista. todo es trasposicion mia del estado en que se encuentran con una aportacion de personificacion de la valentia en un caballero. realmente todo el texto es metafora menos la ultima frase.
Eliminargracias, abrazo fuerte, Marta
Un basilisco, las monedas del barquero, evocaciones muy sugerentes. Y muy buena moraleja. Enhorabuena.
ResponderEliminarEvocaciones, bien dices. imaginaciones sobre un estado de animo, generado por estimulos diferentes de los reales. Bueno , no sé si esa es la definicion, pero coincide con lo que me sugiere la palabra tanto como con lo que he escrito
Eliminarabrazoo Guille
Hola Gabilante que historia tan original y bien escrita en un momento dado en vez del metro pense en una discoteca, la verdad es que viajar en transporte publico tiene su cosa y nuestro protagonista bajo del caballo a transportase con la plebe. Que cosas. Un abrazo.
ResponderEliminarA la fuerza ahorcan... aqui no tuvo mas remedio, pero le sirvió para superar el miedo. No estaba previsto que se pudiera descubrir qué era lo que pasaba hasta el final. bien podia haber sido una discoteca. el amigo ciego que me inspiró esto, no es muy de discotecas, le abruma el oido
Eliminarabrzoo y gracias Ainhoa
He visto que os habeís acoplado a los relatos jueveros, seria interesante que perseverarais. yo suelo participar pero esta semana no podia porque tengo esto atrasadisimo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSi Gabiliante, nos invito Myriam intentaremos participar siempre que nos sea posible. Un abrazo.
EliminarQuién no se sintió como sir Marccelot en el subte en horas pico... aunque no cualquiera fue capaz de redimensionarlo tan magistralmente como vos, Gabiliante...
ResponderEliminarAbrazos y más abrazos.
me fascinó y me indujo a escribir esto la valentia que requiere para un ciego total subirse solo al subte
Eliminarabrzooo fuuerte, Carlos
Realmente muy buena historia, me sorprendiste con el final, pues nunca lo hubiera imaginado, mi mente vagaba en la historia imaginando al basilisco, la cueva oscura, realmente me pareció genial.
ResponderEliminarTe felicito, saludos.
PATRICIA F.
Gracias Patricia. No incluí ninguna referencia que indujera a penasr que pasaba algo raro, pero creo que se nota algo. esto partia de un texto de 1600, así que tuve que meter tijera a diestro y siniestro. cuando pasa eso a veces borras cosas que no querias. pero bueno...
Eliminarme alegro de que lo hayas disfrutado
abrazooo
Hola Gabiliante una historia interesante con un final inesperado y una gran moraleja. Me agradó mucho leerla. Enhorabuena y mucha suerte en el concurso de El Tintero, saludos.
ResponderEliminarGRacias Ana. me tena un poco preocupado lo de poner algo con moraleja, pero aqui me vino al pelo con este texto
Eliminarabrazoo
Pensé en infiernos y era el metro... bueno, a según qué horas el metro puede ser un infierno.
ResponderEliminarEsa estación tiene una preocupante leyenda urbana:
http://www.autobusesbcn.es/misc/leyendas_urbanas.html
jajaj Sí que había oido algo de una estacion pero no hubiera podido concretar cual. Mi amigo es ciego, asi que no creo que haya visto a nadie deambulando, loq ue no descarto es que le preguntara algo al jefe de estacion despues del ultimo metro jjajEs coña
ResponderEliminarabrazoo
Casi no termino de leer el texto porque me ha costado no cerrar los ojos. Conforme andaba por tus letras, la espada, la absoluta oscuridad, los monstruos que no son otra cosa que nuestros propios miedos, las limitaciones... Pero somos valientes, un palo, un simple palo y nuestra determinación.
ResponderEliminarMe has hecho recordar a un invidente que vive al lado de donde trabajo. Se manera por la calle, con el carro de la compra y con todo, mejor que yo. Es admirable.
Tu texto es muy inspirador y, como te digo, para cerrar los ojos.
Un beso enorme.
Diferente y atrevido. Las frases cortas sincopadas hace que lo leamos (al menos, yo), como a tirones, tanto como los tormpicones que va dando Sir Marccelot en la oscuridad. Una locura, con encuentros inesperados, y el final ya de traca.
ResponderEliminarEn tintero debería de existir un premio a la originalidad, te lo llevarías fijo, Gabi liante.
El que es ciego es porque no quiere ver.
Solo hace falta imaginacion, para la originalidad y para ver el que no pueda. Lo de las frases cortas, aunque las suelo usar, aqui no es un merito, es consecuencia de meterle tijera. Y los encuentros son como pienso que lo imaginaria un caballero medieval transportado a este tiempo, aunque fuera con la vista perfecta.
EliminarAbrazo Isabel y gracias
Un relato sorprendente, Gabiliante. No me esperaba para nada un final como el que le has dado. Es extraordinaria la forma cómo te has metido en la piel de una persona ciega y nos has hecho experimentar lo que ella experimenta cada día. La narración destila la angustia que vivía el protagonista y el miedo ante lo desconocido.
ResponderEliminarHas hecho un trabajo brillante. Mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Basicamente todo es una metafora, o una alucinacion , o una vision condicionada de la vida: es tanto lo que veria un caballero medieval en a actualidad, como lo que imaginaria un caballero ciego. Realmente a mi me pparecio fuerte lo de los ciegos en el metro, no sé si hubieran visto como es en realidad se atreverian
EliminarGracias y abrazo fuerte, ESTRELLA
Fantástico. Ese camino a través de la oscuridad, sin saber que hay ante ti y con tan solo la espada como ayuda y apoyo es increíble. Es sorprendente el final, pobre Sir Marccelot seguro que los pasajes a otro siglo no estaban en sus planes. Como dicen en otros comentarios, una aproximación didáctica la vida diaria de muchas personas.
ResponderEliminarSaludos
La espada y el baston blanco eran ten necesarios para uno como para otro, son el contacto con la realidad, y la base para aCtuar en consecuencia. Cada uno cve las cosas segun sus condicionantes temporales y segun sus limitaciones físicas
EliminarGracias por pasar y comentar Abrazo Jose
Una manera excelente de hacer que sin lancelot superase sus miedos con una estupenda moraleja final. Me encantó. Un abrazo y suerte
ResponderEliminarAqui las circunstancias obligaron, pero es que las circunstancias siempre obligan antes o despues
EliminarAbrazo, Nuria
¿Qué necesidad hay de enfrentar los miedos cuando es más fácil darse vuelta y correr en la dirección contraria? No entiendo a esta gente que solo piensa en el crecimiento personal...
ResponderEliminarSaludos,
J.
jAJJJA. No voy a llevarte la contraria, pero a qui a Sir Marccelot, las circunstancias lo obligaron. Los ladrones de caballos, no sé si los ahorcarian como en el Oeste, pero imaginate la que le liaron aqui
Eliminarabrazoo
Nos has sorprendido con ese final, después de habernos hecho pensar en un montón de cosas.
ResponderEliminarAbrazos, Gabiliante.
Se notaba que algo raro pasaba, verdad? Aunque no habia pistas suficientes para pensar que era otra cosa que un caballero andante.
Eliminarabrazoo, jose Luis
Sorpresa total!
ResponderEliminarMe gusta mucho esa rapidez que tiene en usar la espada, como buen caballero diestro en el arte de la guerra (pero después, al saber el significado del relato, comprendes que es vital para él, es su contacto, su defensa de posibles caídas y su comunicación con el mundo.
Buenísimos los paralelismos entre la realidad fantásitica y la ”verdadera”.
La sensación que me queda es la de un desdoblamiento de la mente; como si el hombre, no pudiendo afrontar su realidad de ciego, la reinterpretara, pero con él como héroe: “con la ayuda de su espada, el basilisco se detuvo”; algo así como un Quijote que ve gigantes en lugar de molinos.
La moraleja, a lo Gabi, rotunda :)
Me ha encantado, muy impactante y original, tu señor Marcelot y su “mundo”.
Un abrazo!
No es un relato completamente logico ni real. Las cosas que pasan son las del metro, pero quise personalizar la valentia del ciego, en un caballero, que es lo mas valiente que las historias nos han contado. Y he filtrado la vision de la realidad a traves de un personaje de aquella epoca, y materializado la indefension en que se encontraria si de golpe y porrazo fuera ciego.
EliminarNo tiene un hilo de acontecimientos reales que le pasan a una persona, sino mas bien a dos.
El aire quijotesco salio casi sin querer. al fin y al cabo , los caballeros de la Corte no creo que se tomaran a si mismos tan en serio, o igual sí.
gracias por tus sienpre certeros y extensos comentarios
Besosss, Maite
Hola, Gabilante. Un relato hecho de fantasía y realidad a partes iguales. Con momentos divertidos, nos guía de la mano para darnos a conocer el día a día de los invidentes, unos verdaderos héroes.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor. Un saludo.
Eso fue el origen del texto. perosnificar en un caballero de la corte, la Valentia, en este caso de los ciegos.
Eliminarabrazoo, Bruno
El giro final es de 180 grados, de los que te obligan a recorrer la historia de nuevo y comprenderla con la perspectiva de la información que acabas de recibir. Es solo entonces cuando se disfruta de ella en su totalidad, de los paralelismo que se han establecido y del artefacto que se ha armado para para llevar al lector a una conclusión falsa, que no lo acaba siendo tanto porque un invidente es tanto o más capaz, valiente y meritorio que cualquiera, incluyendo a aquellos caballeros de antaño.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sii, aunque tambien se corre el riesgo de que al hacer volver a repasar todo uno desista si no le ha estimulado lo suficiente el relato, y solo se queda con lo que recuerda, con lo que se pierde mucha informacion. Al fin y al cabo es ver la reAlidad con los ojos condicionados por otra epoca del tiempo, en vez de verla simlemente con la imaginacion y la informacion que te suministra un baston blanco. La indefension debe ser parecida.
EliminarAbrazoo y gracias por tan extenso y acerTAdo comentario
Estremecedor relato con final sorprendente y una moraleja muy necesaria ante la creciente complejidad del mundo. Muy bien descritas las terribles
ResponderEliminarperipecias de Sir Marccelot, GABI. ¡Enhorabuena y suerte!. Un abrazo.
Buen relato. Me ha gustado mucho además de estar muy bien escrito y descrito. El miedo al miedo es algo donde nunca jamás tiene fin y se hace tan grande como un monstruo. Cuando una persona se enfrenta al miedo, ese gigante se hace hormiga.
ResponderEliminarUn saludo de Buscador
Hola, Gabiliante! Nos traes una historia que tiene mucho de onírico. Si fuera un cuadro me lo imagino como un Dalí. Muy buen relato y gran moraleja.
ResponderEliminarUn abrazo
me ha parecido ver aun Quijote moderno, ¿qué otra cosa puede ser el metro sino un basilisco?
ResponderEliminarUn cuento diferente con un protagonista y un escenario de lo más original , el miedo a lo que no se ve lo cuentas muy bien .
ResponderEliminarEse paso por el metro para un ciego es toda una odisea entendible. Bien contada toda la trama.
Un abrazo Gabiliante
Puri
Hola Gabiliante. Un relato un tanto surrealista que combina elementos del medievo con la realidad actual. El final inesperado totalmente, de esos que te obligan a releer el cuento con una nueva perspectiva. Lectura ágil con esas frases cortas y contundentes. Debe ser toda una experiencia para un invidente aventurarse en el mundo y orientarse sin poder ver lo que lo rodea, si intento ponerme en su lugar a mi me generaría mucha inseguridad. Esa inseguridad se transmite también a través del personaje del cuento, que poco a poco va perdiendo referencias visuales y se guía solo por lo que oye y toca. Un abrazo.
ResponderEliminarEmotiva historia, pues al leerla sentía que no había luz por dónde nos llevaba Sir Marccelot, por lo que pensaba menos mal que aún le queda la espada para poder palpar el terreno. La imagen del dragón que luego se convierte en basilisco me recordó a la historia de Jonás tragado por la ballena, donde la imposibilidad de ver se hacía más evidente. Me estaba angustiando y al final, claro, al final se entiende toldo.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en El tintero!
Qué relato tan original, Gabiliante!! Además está muy bien narrado y es muy visual. Me he metido por completo en la historia y el final me ha sorprendido mucho. Estupenda la moraleja y que bonita inspiración. Qué razón tienes, que valientes son los ciegos, especialmente cuando van en el metro, a mí también me causan admiración. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarHe seguido la historia sin saber hasta el final de qué diablos trataba esta odisea del caballero.
ResponderEliminarMe ha encantado literalmente, pues me he metido en la historia con ansia viva para al final chocar contra las puertas metálicas de una realidad que desconocemos. La realidad de los invidentes que tienen que bregar como auténticos héroes, contra todas esas barreras que parecieran pruebas puestas por algún brujo o nigromante malvado.
Abrazo.
¡¡¡Jajaja, me ha encantado Gabiliante!! Cómo nos has ido llevando de la mano o de la espada hasta el desenlace final. Muy original y divertido. Me encanta ese toque de humor e ironía. Un disfrute leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarMe has ido sorprendiendo paso a paso, Gabiliante. Todo ese recorrido tan desasosegante, extraño y amenazador parecía la bajada al averno. Y tiene su lógica comparándolo con un metro, porque vaya máquina del infierno esa que se mueve por agujeros bajo tierra y encima atestada de gente. Lo que ya me ha dejado KO es, después del sorprendente final, ese homenaje a tu amigo Marc. Tienes toda la razón, viajar por esos mundos subterráneos sin poder ver es de héroes. Maravillosa metáfora todo el Cuento. Me ha tocado la patata.
ResponderEliminarGracias y suerte en el concurso!!!
No lo vi venir. Ni por asomo. Muy original. Mucha suerte en el concurso, Gabiliante.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Gabiliante! Un relato muy original en el que no te esperas para nada el final ni la verdadera situación de la que estás hablando. Haces que nos pongamos en la piel de ese caballero y que nos sintamos tan perdidos como lo está él en esos momentos. Un saludo y suerte en el concurso.
ResponderEliminarMuy original Gabiliante, me ha gustado mucho, he sentido las sensaciones que describías pero he de admitir que no lo intuí, vuelto a releer después del final para reírme más. Un Abrazo y mucha suerte!
ResponderEliminarHola Gabi, un buen ejemplo de como afrontar el miedo espada al frente arreando con todo lo que venga por delante je,je. ese es el caso de tu protagonista, pero claro yo para nada me iba a imaginar que convertirías a tu amigo ciego en ese caballero andante y darle este punto de humor en el metro, mira que eres. Ahora entiendo la corte que le seguía. Un abrazote
ResponderEliminarHola, Gabiliante, citando a mi predecesor en los comentarios, te voy a decir que no miento cuando te digo que ese giro ha revuelto todas mis neuronas. Menuda valentía e imaginación, a la par que con dedicatoria personal a un amigo que tan valiente como tu se atreve a lanzarse al ajetreo diario. Me gusta mucho cómo gas ido hilvanando una historia que comienza con algo más épico pero por una serie de acciones a veces azarosas a veces rebuscadas, acabas con un giro que te da en las mismas narices, como si lo ciegos fuéramos los lectores.
ResponderEliminarMuy buen relato, dispar a todos y muy bien escrito.
Un abrazo!
"Este relato surgió de la admiración por cómo se manejan los ciegos solos en el metro, tras un recorrido en este medio de transporte con mi amigo Marc " Me ha encantado tu elemento o disparador creativo, realmente es admirable lo que hacen quienes no tienen uno de sus sentidos, nosotros que los tenemos todos somos incapaces a veces de ver más allá, de oler, de escuchar los sonidos que nos regala la vida. Bello y reflexivo relato. Abrazos virtuales.
ResponderEliminarHola, Gabiliante. Este sobrino de Mister Magoo y primo carnal de Rompetechos, de tanto leer en braille libros de caballería, se monta una película cada vez que sale de casa y tiene que coger el metro. La verdad es que el hombre supera su angustia y cualquier día se atreverá a coger un cercanías y hasta a un AVE en cuanto se tercie. Buena historia con su moraleja asociada.
ResponderEliminarQuien no se enfrenta a sus miedos siempre será su lacayo y hasta esclavo de los mismos.
Saludos y suerte
Muy buena historia! Nos has hecho viajar... ir y venir... para hacernos sentir lo que es la oscuridad, la ceguera y la valentía para seguir adelante.
ResponderEliminarMe ha encantado. 👏👏👏👏👏
No sé si has perdido el caballo como tu Sir Marcelott, lo que no has perdido es la oportunidad de formar parte de los mencionados en este gran juego de ideas del Tintero. Te felicito, Gabi.
ResponderEliminarHola Gabiliante, felicidades por ese séptimo puesto en el Tintero, que espero que hagas extensivas a tu amigo Marc. Sin duda toda una odisea que ha llegado a buen puerto. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu felicitación en el Tintero, e igualmente a ti, felicidades por ese originalísimo y entrañable caballero!
ResponderEliminarUn abrazo!
Congrats. Gabiliante. 🥂👍
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