Esta jueves nos convoca MAG con un reto consistente en hacer un relato de nada menos que 150 palabras. IMPOSIBLE para mi. Como ejercicio SÍ. Son los dos primeros parrafos. 129 palabras.
El tema Binomios Fantásticos. O sea una minihistoria que incluya dos cosas que nada tienen que ver entre sí, a elegir entre las propuestas. yo he escogido el viento y el espejo
Para que tuviera pinta de relato he tenido que añadir dos párrafos más, o sea doscientas y pocas.
Cuanta excusa tiene que inventar uno.
Taba dormía cuando se despertó sobresaltada. El principal culpable, la calor; originaba un charco de sudor que producía un chof-chof a cada giro; faltaban dos para batir el récord autonómico de vueltas en la cama. El desencadenante, el concierto de serrucho de viento. Se levantó y buscó su origen. Salía del espejo del tocador. Su reflejo menguaba y aumentaba siguiendo la melodía. Apoyó la mano y la música cesó. Ya no se bamboleaba como la vela de un barco. Pero al quitar la mano, volvía.
Clavó el abrecartas en el centro del espejo y volvió a cesar. La punta no chocó con la pared, la guarda chocó con el espejo. Se asomó al otro lado del tabique, pero por allí no asomaba nada. El viento de ultraespejo salía por el agujero.
No las tenía todas y se llevó el abrecartas a la cama. Se acostó de costado. El viento primero le refrescaba los pies. Luego giró la cadera hasta ponerla bocabajo y poder separar bien las piernas. Llevaba el atuendo preciso para aquella temperatura. El fresquito ascendía por su ofrecida anatomía, cosquilloso, obsesivo, penetrante.
El abrecartas se celó. “Yo soy metálico y también estoy fresquito”, pensaba. Taba lo percibió y lo cogió por la hoja. Los acontecimientos se precipitaban.