La huella, el estigma...
La razón de ser.
Mi Señor.
La marca que transfigura el deseo.
La luz que enriquece las sombras.
El pulso que late bajo la llama...
El Verbo.
El Santo Sepulcro que se abre entre los pliegues de mi carne.
La Redención de los sentidos al anhelo de la Cruz.
La penitencia transformada en cumbre de deseo.
Mártir.
Estigmatizada al hierro que se blande caricia de seda
a la Voluntad que humedece,
que enarbola el Placer.
A la Entrega elegida, prendida y deseada,
domada y enaltecida,
confiada al Instinto;
al humilde Acto de Amor que engrandece el Alma.