Quod si vivere in delectatione est Peccātum gloria est infernum.

El Tacto del Pecado

He aquí el Pecado, enarbolado en el Ser y en el Sentir, encumbrado en su gloria y en ella, sacralizado.


martes, 6 de octubre de 2020

Lubricán...


Siento la fuerza de tu embate, hundiéndote entre mis pliegues húmedos y henchidos por el deseo y el placer que brota entre gemidos y jadeos. Tu aliento es el preludio al roce de tu lengua marcando ese camino que me eleva y me retuerce, que me enreda en los pensamientos más oscuros y en los deseos más precisos y perversos, donde la carne se convierte en el lecho sobre el que descargar ese galope de mil espinas, siendo tu hombría atrapada en mí como la penitencia del reo que, sin resistirse, se rebela.

Entrar es igual que salvar una oscuridad a tientas pero con decisión. 
Con la valentía del que nada tiene que perder.
Gimes. 
Aprietas los dientes. 
Sudas...  Sudo. 
Somos dos seres encepados, dos emblemas de una misma moneda, dos letanías pertenecientes al mismo rezo.

Y te agarras a mí, usando tus dedos como arpones que se clavan y retuercen haciendo que me arquee. Clavo mis uñas en tu pecho marcando tu piel como lo haría un arado sobre la tierra, mojada esta vez. Vibrada y enardecida.  Sujeto tus labios con mis dientes, sin fingir, encendiéndolos del rojo intenso que me bebo.
Ruges al afán de mi oído provocando en mí esa reacción que me demencia, que me arrebata el sentido más cuerdo para volverme Astartea, un ángel en medio de tu averno, extorsionando tus demonios y sublevando la calma de tus arcángeles que caen a mis pies tan rendidos como el deseo que nos comulga. 
Afianzas cada uno de tus gestos. Me emerges y desbocas, y te entierras una y otra vez, abriéndome, usurpando mis aguas, expoliando mi norte preñado de maldiciones que se cuelan entre verbos y silencios. Te viertes en mí con la lujuria de un fuego impetuoso e irreverente mientras ahogas mis quejidos con la punta de tus dedos y haces raíz en el doliente y latente resplandor del lubricán que nace y muere al final de mis costillas. 



La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.

La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.
Llegar al final tiene su interés. Puedes sorprenderte con sus pasos.