Mil cadenas son flores sin espinas.
Mil velos,
única seda que abre mis ojos.
Mi boca,
susurro de Tu Nombre, Señor.
En Él vibro.
Y en Él tengo el mío.
Soy de Tu Nombre.
Fortifico el desdén de esta impudicia
en la materia que me honra.
Frágiles,
el suspiro
y el llanto derramado.
Luz en la que me derivas
con esta plegaria silente a Vos,
a quien con anhelo sirvo.
Sois Vos, Mi Señor,
quien engendró en mí
Deseos de Obediencia,
Entrega sin reservas,
Autenticidad preñada.
Es a Vos, Mi Señor,
a quien me otorgo
con el silencio de mis ojos
y las lágrimas de mi boca.
A quien entrego, sin más,
las esencias de mi ser
en esta correcta locura
de saberme de Vos.
Me consumo,
como cirio ante su Señor,
en el fuego de Vuestro Deseo,
y renazco,
cual flor emérita,
de pétalos tallados,
de pétalos tallados,