Hoy, hoy querido mío,
mi perro, mi serpiente, mi voluntad, mi deseo y mis deseos;
el esclavo de mis perversiones;
el siervo, el prisionero, el cautivo, el
sometido, el dominado,
el tiranizado y sojuzgado, el encadenado… a mis pensamientos,
a mis antojos, al tacto seguro de mis malas intenciones, de mis aviesos
propósitos…
Hoy,
eres quien yo quiero que seas, cómo yo quiero que seas…
Así,
aquí, ahora…
Tú te entregas… A mí… Solo a mí…
Yo, que soy tu Diosa, ante quien te arrodillas y besas el
suelo,
el suelo que piso… ese
que caminas desnudo, cual sierpe de dos cabezas…
No necesito látigos, ni fustas, ni ordenar…
Ni plegarias, ni rezos, ni suplicas escucho…
Solo "ordeno y mando" en mis ojos y en mi silencio.
Te tengo hecho a mi medida, en exclusiva;
entregado a mí en cuerpo y alma, sin pensar…
No debes…
No puedes…
No te lo permito.
A mis pies...
Sin mirarme, en silencio...
Siervo
de mi placer en ti, de tu dolor para mi gozo…
Sí,
hoy tú eres Mi Plena y Entera Voluntad.
Hoy
soy Yo Tu Señora, Tu Lady..., Tu Reina...,
Dueña
de tu alma, Dueña de tu entrega.
Ama
de tu ardor, de tu pasión, de cada uno de tus gemidos,
de cada
una de las lágrimas que de dolor derrames…
de
tu tesoro más preciado…
En
cuerpo te entregas.
En
mente te das.
Mía,
tu alma sumisa.