Quod si vivere in delectatione est Peccātum gloria est infernum.

El Tacto del Pecado

He aquí el Pecado, enarbolado en el Ser y en el Sentir, encumbrado en su gloria y en ella, sacralizado.


sábado, 2 de mayo de 2015

Único dios...

Obelisco del Maestro, erguido y regio, ofrecido entre el tacto de la piel, falanges de dedos, planicies de yemas; acariciado por la humedad de la boca entregada, regada en líquido de burbujas que suben y bajan, mansas y disciplinadas, sabías y dueñas; que cubren de placer de base a cima, recreándose en ella, dibujándola con la lengua, círculos mágicos, vértices embestidos, huecos inmersos…
Alrededor…
Arriba… Abajo…
Los labios se frenan… Hipérboles henchidas de gusto y tacto.


Y el Maestro mira desde arriba. Impresionante visión de su pupila, la que obedece, la que hace y deshace porque sabe hacer, porque sabe cómo, cuándo y dónde… es el gusto de su Señor.
Hembra erguida que se vuelve amazona, que carga entre sus pilares de alabastro que se ciernen sobre los flancos bateados… Obelisco que emerge sobre Venus, abriendo las paredes de las que aguas rebeldes e involuntarias brotan, mojándolo, empapándolo, elevándolo hasta la cumbre… Y en su avance, suave y bravo, según ascenso, según descenso, zahiere el vértice femíneo, tesoro encastrado de piel y nervio…
Y en la acometida, su acometida, la Hembra jalea a la carrera, que no hay caballo desbocado si no yegua salvaje, la que arranca de su amo sus gemidos de placer, sus alabanzas de éxtasis…

Y ella se abre.
Ella se deja hondar.
Sabe hacerlo.
En su placer está el de su montura.
Ella manda. Ella gobierna.
Ella extiende la fusta invisible que hace galopar.
Ella es su Verbo. Ella, su oración. Ella, las suplicas.
Él, el deseo descarnado de la entrega, el cáliz sagrado que se desborda… con Ella, de Él…


Gata insaciable pasa a ser, postrada entre los mástiles de Apóllōn solo Él contemplado, dios de la muerte súbita; peanes, cánticos de alabanza le proclamansumisa, tomando entre en sus manos la espada batiente, erguida, colmada… Adorando su premio. Anhelándolo… Suyo es. Merecido es. Tomado sea. Replegado sobre las velas de su boca, entre lengua y paladar, ávida, ambiciosa… Dada y entregada… por Ella, para Él, por Él…
¡Único Dios!
¡Su Dios!




La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.

La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.
Llegar al final tiene su interés. Puedes sorprenderte con sus pasos.