Quod si vivere in delectatione est Peccātum gloria est infernum.

El Tacto del Pecado

He aquí el Pecado, enarbolado en el Ser y en el Sentir, encumbrado en su gloria y en ella, sacralizado.


martes, 14 de abril de 2015

Ebria de ti... Con resaca de mí...

Apartas mi pelo, acaricias mi cuello, con un solo dedo mientras tu aliento se dirige a mi piel y mis ojos se cierran. Tu dedo recorre lentamente la base de mi cuello y tu boca se pega a la zona más baja de mi cabello…
Y ahí, sentado tras de mí, piel con piel, mientras Tú trazas senderos en mi hombro y mi boca se entreabre, respirándote…
Tu olor a Hombre, hambriento, y mi esencia de mujer que te impregna y se resbala lentamente entre los labios: gruesos los míos, finos los tuyos; los de mi sexo y los de tu boca…
Recorres con tus yemas mi hombro y el costado, percibiendo mi cuerpo arqueado, desplazándose hacia atrás, hasta sentirte cerca de mis cuartos traseros… Y entreabro mi boca mientras tus dedos se acercan rozándola, jugando a caricia eterna… Y tu mano, la izquierda, tantea la curva de mi pecho…
Respingo…
Gimo…
Ahogándonos el aliento…

Y tu boca se ceba en la parte alta de mi espalda… Escalas… Rodeas con el dorso de tu mano y mi boca se cierra a tus dedos… Y siento tus manos buscando las curvas…
Me gusta…
Sentir latir tu corazón descompasado.
Te doy mi aliento.


Rozas mis pezones, dame tu boca… Primero uno, erecto, encarado, descarado… Claro, rugiendo…, asaltando a mis dedos que lo acarician… Despacio tiras de él…
Te encanta mirarlos, desde arriba o desde abajo, mientras los acaricias y mi boca te quema la cara que asoma…
Y me empeño en la tuya… Tomo tu labio inferior y lo acaricio con la punta de la lengua…, relamiéndome…, lamo el superior…
Te encanta que te coma la boca y que mi lengua te perfore el aliento…
Junto tus labios bajo los míos… Succiono… Me bebo tu aliento... y quiero tus ganas.

Y apartándote un poco, me miras, y me preguntas:
¿Me dejas mi boca, cielo?
Y afirmo sin pronunciar palabra pues mi aliento responde por mi voz.

Y desciendes con tu lengua como pecador de mis pechos, grandes, blancos, cántaros custodiados bajo la templanza y tibieza de tus manos, y redescubres mis pezones…, derrumbándolos, en perfecta sintonía, en perfecto compás… Tiras de ellos hacia ti, hasta que gruño el placer que se acumula; sin dolor, solo con el ansia de hacerlos tuyos porque tienes hambre de comerlos… y tu látigo húmedo va esculpiendo a golpe de saliva y gana mis cimas: Primero mi curva, rodeando la aureola… Sin prisa…, prendiendo ni pezón de tu boca. Con la punta lo mancillas de deseo y él rebelde, yo sumisa, bajo el impacto de tus labios.
Uno… Otro…
Tus manos, voladoras sobre mi piel, en ellos…
Un beso… Otro beso…
Los dos labios se cuelgan de ellos, atrayéndolos, succionándolos con cuidado hasta que mi boca se abre y tu lengua los golpea, incrementando mi placer con el zigzagueo húmedo de ella. Buscas el reclamo de mi aliento y lo acallas con tus dedos, metiéndolos, en un interminable juego para follarme la boca mientras sigues bebiendo de mis pezones…

Me sabes plena mientras mis piernas se alzan sobre tus hombros porque sé que deseas beberme…
Tú, arrodillado ante mí, buscas con tu mano libre mi sexo. Lo acaricias. Rebuscas sus canales sonrosados y oscuros y te introduces en ellos, observando, porque te gusta, porque lo deseas y te enciende…

Separas mis labios despacio, sin dejar de mirarme. Descubres mi clítoris y mojas tus dedos en el interior que lo preside. Te acercas a lamer mis jugos, los que ya he perdido, entrando y saliendo despacio. Quieres ese sabor animal que produzco…
Me gusta sentir tu lengua fustigándome los labios henchidos y el clítoris enaltecido y sentir tu boca aprisionando los labios por los que mis líquidos desbordan, estirando en un mordisco perfecto antes de ser acariciados de nuevo mientras mis caderas te llaman, te buscan… cerrándose en tus costados sin dejar tú de jugar en los alrededores, con tu aliento y la humedad de tu boca hasta sentir mi sexo completamente erecto y henchido, rugiente… y pidiendo a  voces ser pasto continuo de ella.


Tu lengua, fusta indolente, lo acaricia… Poco a poco… sintiéndola en la entrada, follándola, penetrándola… Sin golpear directo, lamiendo despacio…
Mi pelvis se abre más… Tus dedos ayudan a separar mis labios… Más… Es el momento en el que deja espacio suficiente para que tu boca se acople por completo, dejándote más sitio… pero sin espacio para hacer más… Solo para jugar en mi viscoso sexo, entrando y saliendo…
Mis manos ahora están bajo mi pecho, buscando mis pezones mientras gimo al sentirme invadida y tus manos amasan mi trasero…
Quiero tus dedos… Tu lengua, también.
Mientras sigo ese juego en mis pechos, torturando mis pezones, estirándolos, pellizcándolos…
Y tu boca sigue follándome, sintiendo el latido de mi sexo, la enjundia de mi esencia… preparándose para mojar el tuyo…, de ella, con ella… Sexo con sexo, piel con piel… y envolvernos en el aliento más cálido que podamos sentir. Ese que parece quemar pero es caliginoso hasta ser un solo fuego…
Ardiendo, chispa a chispa, hasta la última de ellas y dejarnos vencer en rescoldos y comernos en sutil banquete.
Relamernos, consumirnos en guerra de cuerpos… hasta que mi hambre pida tu carne… y tu hambre, mi sexo… Hasta que mi sed pida de tu agua y tú calmes la tuya con la mía, sintiendo la presión de tu peso y apretarte como si no hubiera un mañana, como si ayer fuera futuro; viviendo el último como el primero, dejando que nuestras mentes gocen al sentirnos uno dentro de la otra, hasta que el sudor nos moje y la boca diga “basta”, hasta que la garganta se seque, hasta que los gemidos se ahoguen y nuestros sentidos: los tuyos y los míos… digan “sí..., sí… esto es deseo…


Tengo ganas de ti, de tus brazos dilapidando los míos, de mis piernas alrededor de tu cuerpo, de nuestros latidos más internos, de ver tu boca jugando con mis pechos, besarlos y jugar con ellos…
Borracho de mí…
Ser tu resaca…



La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.

La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.
Llegar al final tiene su interés. Puedes sorprenderte con sus pasos.