Los sueños traen a veces consecuencias extrañas. Al abrir los ojos no recordaba bien qué había soñado pero me desperté sabiendo que había vivido una pesadilla. No me sentí asustada pero sí algo inquieta. A mi espalda dormía mi marido, tan apaciblemente como siempre. No me da rabia pero, a veces, envidio esa capacidad suya para dormir sin problema alguno. Me levanté y fui a beber un poco de agua. Le dejé durmiendo. Me asomé a la ventana. Todo era noche y una preciosa luna menguante ahí en lo alto, con alguna estrella centelleando alrededor...
Cuando regresé estaba durmiendo hacia el otro lado. Se había apoderado, extrañamente, de mi lado de la cama. Estaba medio destapado. ¡Cómo me molesta ver la ropa de la cama alborotada! Y en alborotarla, él es maestro. Intenté dormirme, abrazándome a Nacho. Él reaccionó a mi abrazo cogiéndome la mano. Emitió un sonido pero no creo que fuera consciente de haberlo pronunciado. Permanecí un rato así pero no el suficiente para quedarme dormida. Me dí la vuelta hacia el otro lado. El día empezaba a clarear y mi mente se iba llenando de pensamientos y cosas que no conducían a ninguna parte, salvo a disipar mi ansiado sueño. Y, como todas las cosas, como todas aquellas que parecen tener vida propia, completamente ajena a cualquier control voluntario, empecé a acariciar mi pecho y su pezón empezó a germinar de su flacidez.
Y si tenía antes ganas de dormir, ahora me apetecía otra cosa. Mi mano descendió por mi vientre hasta el centro de mis caderas. Percibí la humedad que se había calado en mi ropa interior. Me abracé a mi marido y sentí las palpitaciones en mi coño, como la sensación de humedad parecía burbujear entre sus pliegues. Busqué su polla. Estaba flácida, encogida, relajada... Y empecé a jugar con ella con el frenesí decadente de mi mano y de mis dedos, despacio, despertándola...
Echó su mano hacia atrás, buscando mi cuerpo pero se encontró con mi cadera, donde la apoyó y presionó ligeramente con los dedos. Decidí colarme bajo la sábana, buscando el calor de su sexo medio despierto, y, sin tocarlo con las manos, incliné mi cabeza sobre el centro de sus caderas. Me tragué su polla por completo. En esa medida no era tarea ardua y era faena previa a lamerla lentamente, despertándola y haciéndola reaccionar... Empecé a sentirla dura bajo el húmedo tacto de mi lengua y de mis labios. Sé que él no dormía pero estaba profundamente adormilado, dejándose hacer. Sus huevos se mostraban ante mis ojos envueltos más en sombras que en luces.
El tacto de mi mano me transmitió su forma ovalada, la suave rugosidad de la piel que los cubría, y empecé a manosearlos mientras seguía pasando mi lengua por todo el tronco de su polla hasta llegar a la punta, retirando el prepucio y dejando el glande al aire, libre... Esa sensación, ese falo emergiendo hacia mí... una tentación ante la que sucumbí... Volví a introducir aquel miembro en mi boca, moviendo la lengua en laterales vaivenes mientras entraba. Era el delicioso plato en su justo punto. No estaba del todo crecida y llegó a estarlo dentro de la humedad de mi boca... Para entonces, Nacho estaba más que despierto. Su respiración fuerte y entrecortada, su mano en mi cabeza, perdiendo los dedos entre mi pelo... sin forzar mis movimientos sobre su erección.
Me acomodé mejor de modo que su mano libre llegara a tocarme. Se encontró con mi pecho, con la lozanía y esplendor de un pezón que sucumbió a sus dedos, amos y señores de los roces y contorsiones que me hicieron dar un ligero respingo y evocar una protesta. La sensibilidad de mi pezón por la erección se sumaba a la fricción de aquellos dedos y se restaba con el grado de excitación que me hacía condensar y minimizar cualquier síntoma de dolor.
Sentía mi coño cada vez más mojado, chorreando desesperación por ser follado. Lo busqué con mi mano libre. Mis dedos se empaparon y se pringaron de aquellos flujos ligeramente mantecosos que mi sexo expulsaba.... Entraron fácilmente. Dos directamente... Tres... Intentaba mantener el ritmo acompasado: mis dedos follándome y mi boca follándose a su pene...
Notaba la convulsión de su cuerpo, el movimiento palpitante de sus muslos... El aviso previo a su erupción final. Yo estaba casi a punto pero estaba claro, también, que tenía que bastarme a mí misma.; pero aquel gesto, tan brusco como inesperado, hizo que los dedos salieran de mi coño tan rápidamente como me fue posible para apoyarme sobre el colchón. Su mano sobre mi cabeza había presionado hacia abajo, obligándome a tragar por completo aquella polla que minutos antes había sido mansa. Noté como me llenaba toda la boca y como aquellas palabras, que parecían lejanas y como huecas, repicaban en mi mente:
- ... Sigue... sigue... zorra...
Yo no podía decir nada. Estaba pendiente de evitar que toda su leche inundara mi boca pero aquellos espasmo eran evidentes. Luchábamos en uno contra el otro. Su fuerza hacia abajo contra mi fuerza hacia arriba. Su carne golpeaba hacia el fondo de mi garganta y empecé a notar e líquido caliente que quería sortear. Conjugué mi respiración con mis apuros y toda su esencia me derramó en mi saliva, en las yemas de mis labios, salpicando mi barbilla y mi cuello...