He aquí,
la oración que quema mi piel
y baña los entrepilares que me sostienen.
Intercesión sacra la de este silencio que ciega mis ojos
y me hace respirar el doliente arrullo de mi propio deseo.
Heme aquí,
como el ángel perturbado que alza su vuelo
desde la profundidad de sus huellas
ante el cálido viento que lo azora.
Soy estigma
protegido de raíces ensalzado.
Soy ave, luz de vela,
de alas nacaradas y carne que palpita.
Soy,
en el instante preciso,
la Hembra que Le rinde
Honor, Plegaria y Placer.
Y es así, santificada sobre Su Gloria,
que me mudo Cáliz y Néctar,
cual Rúbrica divina del Sacramento y Alianza
entre (Mi) Señor y (Su) Sierva.