Sombra de la Marea

En sus tiempos de gloria, la bandera blanca del Esponsiano fue el orgullo de la marina de Fontaine.
En aquella época, aquel buque blindado de metal y equipado con enormes cañones y una proa firme solía ser el tesoro de la Corte de Fontaine.
En aquellos años de máximo esplendor de la Ópera, no había espectador que no se pusiera en pie para aplaudir por la flota después de haber derrotado a todo un ejército de gólems.

La comandante de las tropas navales, Basil Elton, solía encontrarse en el puente del Esponsiano cuando todavía no se había retirado.
El Primer Oficial de Elton, Nathaniel Pickman, permaneció atrapado en una falsa reputación heróica durante los años que prosiguieron a su destitución.
Para aquel entonces, la flota ya se había disuelto para siempre. Así pues, el respetado Ministro de la Marina también había renunciado con honores.
Pickman invirtió todos sus esfuerzos durante varios años para tratar de convencer a la Corte de Fontaine de que rescataran y reconstruyeran el Esponsiano.
Pero sus esfuerzos fueron en vano, y los familiares de aquellos que perdieron la vida en combate creyeron que lo único que pretendía era obtener más gloria y reconocimiento...
Al final, más allá de su falsa reputación y las leyendas que se cuentan, lo único que perpetuó fue esta espada que un día perteneció a la comandante.

“¿Esponsiano? Me parece un nombre horroroso, pero ¿qué piensas tú, Pickman?”.
“¿El nombre de un usurpador' Ni él ni su dinastía llegaron a existir jamás...”.
“De cualquier manera... yo solo estaba pensando en voz alta, quizás me he precipitado. Mis disculpas, Capitana”.

“No es nada, Pickman. Pongámosle ese nombre”.
“No me desagrada del todo la sensación de una realidad surrealista”.

Tiempo después de la destrucción de la majestuosa Ópera, continuaron difundiéndose incontables leyendas en torno al “Esponsiano” y la “Flota Blanca”,
y estas fueron puestas en escena tras la reconstrucción de la Ópera en las Erinias, hasta que un incidente puso final a aquellas representaciones.
De todas ellas, la más conocida es la formidable representación de la última batalla de la flota: una intensa batalla representada por diez buques de guerra armados con cañones.
Los detalles de la escena se basaban en los registros que reunieron los subordinados de Basil Elton.
Es probable que Pickman hubiera considerado que no merecía la pena registrar una acción tan insignificativo, al igual que nunca lo mencionó en ninguna otra ocasión.
También es probable que los editores eliminaran este detalle del guion, creyendo que no encajaba con ese aire trágico que pretendían transmitir:
Pero Basil Elton volvió a abordar el buque después de muchos años, y susurró a Pickman y al resto de marineros:
“Parece que esta vez por fin podremos abrir fuego contra el enemigo”.

Fue entonces cuando, durante una actuación en la Ópera, sonrió y exclamó:
“¡Muchachos y muchachas! Ya veo que no son capaces de hacer nada sin mí, ¡pero tendrán que reservar su momento de nostalgia para después!”.
“¡Ahora tenemos que centrarnos en enseñarle a ese cabezón mentecato lo que hay al fondo de la cascada!”.