foto sacada de internet |
Alcoholizado
por la textura de palabras inyectadas en dulce provocación, culpables de la
alta dosis de adrenalina. Palabras que acampan en su cerebro volviendo esponja el
pensamiento. Revolviendo el mar de los deseos, avivando un oleaje bravío de rabioso erotismo y
emborrachándolo lo conducen a una letanía de súplicas. Adoptando una clara rendición.
Espinoso es el
camino para salvarse de ese cáliz y ahuyentar las sombras que lo incitan a
beber el brebaje en sus labios. Quedó envenenado por la oración depositada en
su oído, guiándolo a una ciega locura
por querer probar las mieles en la gruta de su templo.
Una escritura
tentadora se rebela en las líneas de la piel, incitando a unos labios a tintar
versos sobre cada pliegue, doblez o esquina ofrecida en rituales impulsos.
Quemando poemas prohibidos en las puertas de un cielo. Se despliega la obra
exponiendo lo oculto para ser orado y venerado.
Hieráticas las
caricias que se escapan en el silencio de la noche, liberándose se materializan
en los valles de su atlas. Desbocando latidos a su paso e impregnando con su
aroma los temerosos refugios.
Ebrio de
palabras libres de recato. Apoderado de un verbo insurrecto se deja vencer ante
la persuasión.