Miau. Soy Zen. Un gato siamés simpático, travieso, curioso y muy patoso, lo reconozco, pero es que soy un niño, y yo solo quiero jugar, y descubrir cosas nuevas. Aunque sé que lo único que hago es romper todo lo que se me pone por delante. Ana me riñe y me dice que no hago más que hacer picias, que estoy quedando su casa sin ajuar, así que la mujer ha decidido quitar casi todos los objetos decorativos.
Hace un rato he roto un jarrón precioso que estaba encima de la mesa del salón. Aunque cuando yo sea mayor Ana comprará otro, pero sé que ya no será lo mismo, porque era un preciado recuerdo de su madre. Y ayer ¡zas! caí al suelo un cisne de china donde Ana guardaba los caramelos. La verdad es que lo hice añicos. Pero qué bien me lo paso haciendo trastadas. Jamiaujamiau.
Me encanta subirme en la mesilla de la habitación de Ana, para jugar con la lámpara. La he caído un montón de veces. ¡Pues sí que resiste! aunque ya está medio ladeada, creo que poca vida la queda. Jamiaujamiau.
Lo que más me apasiona es ir al baño para desenrollar el rollo del papel higiénico, lo arrastro por el suelo de todas las habitaciones, y lo rasgo. ¡Cómo disfruto!. Jamiaujamiau.
Me divierte jugar al escondite. Algunas veces me meto dentro del armario. Ana se pega cada susto, cuando no me ve, me busca por toda la casa, hasta que se le ocurre abrir el armario, y allí me encuentra debajo de su jersey. Jamiaujamiau.
Lula no quiere jugar nunca conmigo, es una gata muy aburrida, ya es muy mayor y solo quiere dormir. Siempre que corro tras ella se enfada conmigo enseñándome sus dientes y arañándome. Yo quiero abrazarla pero ella no quiere, es muy arisca. Jamiaujamiau.
Por la noche, la hora de dormir es una auténtica odisea porque los dos queremos dormir con Ana. Lula tumbada invade la almohada pegando en su cabeza. Yo me enrosco entre sus brazos. Lula se enfada y me pega porque solo quiere estar ella. Así que no dejamos dormir a Ana. ¡Qué paciencia tiene con nosotros la pobre!. La de arañazos que recibe como recompensa por nuestro amor tan apegado. A pesar de todo, Ana es un encanto, nos mima con todo cariño y todos los días nos regala chuches. No importa que haya sido travieso, a mí también me los dá. ¡Qué ricos están! Miau.
María