Estos últimos días, a raíz de la
muerte de Adolfo Suárez, los medios de comunicación se recrean en
la transición hacia la democracia en España. Pero todos repiten la
misma historia, es como escuchar un disco
rayado.
Cansada del empacho de información
machacona visité algunos blogs de esos que te aportan, y en La
antorcha de Kraus recibí una bofetada de realidad con la historia que no sale en los medios, esa que habla del olvido en aras de un
futuro más prometedor.
Y es que de dignidad también hablamos mucho últimamente pero los hijos y nietos de los olvidados que tienen tanto que decir, permanecen a la sombra de la bomba mediática que nos hostiga estos días.
Algunos defienden la amnesia argumentando que no es bueno abrir las heridas rememorando tiempos pasados, supongo que no tienen a un familiar desaparecido al que no pueden llorar en un sitio decente.
Si hay tal homenaje, desproporcionado en mi opinión, al que fue el primer presidente en democracia, tendría que haber un recuerdo para los que el régimen anterior soterró en el olvido, y un poco de voluntad para ayudar a sus descendientes.
Desentendernos de este drama puede ser fácil para los que no tenemos ningún familiar desaparecido pero es un egoísmo que pasa factura, probablemente si permitimos que no nos duela la desgracia ajena, antes o después, nos tocará sentir la indiferencia que ahora sienten ellos.
La transición pasó de puntillas sobre las fosas de las víctimas del anterior régimen. Y enterrados en montes, barrancos, tapias y cunetas de nuestro país yacen los que no tienen relevancia, y ni entonces ni ahora parece haber interés en dar digna sepultura a esas personas.Y es que de dignidad también hablamos mucho últimamente pero los hijos y nietos de los olvidados que tienen tanto que decir, permanecen a la sombra de la bomba mediática que nos hostiga estos días.
Algunos defienden la amnesia argumentando que no es bueno abrir las heridas rememorando tiempos pasados, supongo que no tienen a un familiar desaparecido al que no pueden llorar en un sitio decente.
Si hay tal homenaje, desproporcionado en mi opinión, al que fue el primer presidente en democracia, tendría que haber un recuerdo para los que el régimen anterior soterró en el olvido, y un poco de voluntad para ayudar a sus descendientes.
Desentendernos de este drama puede ser fácil para los que no tenemos ningún familiar desaparecido pero es un egoísmo que pasa factura, probablemente si permitimos que no nos duela la desgracia ajena, antes o después, nos tocará sentir la indiferencia que ahora sienten ellos.