Son muchas las desgracias y las injusticias que vemos a diario en las noticias. Y nuestro conformismo es cómplice de una realidad en la que los más débiles son atacados a diario. Penosa realidad que llena los diarios y los programas de televisión y nos acongoja, y nos indigna, pero no cala lo suficiente, sobretodo porque aún no se ha producido una verdadera movilización de los ciudadanos.
Pero a pesar de que muchos ciudadanos se unen a las convocatorias de protesta faltan muchos más, ¿acaso no hay motivos suficientes? ¿o es que nos hemos vuelto indiferentes a las penurias que están viviendo muchas personas? ¿Tanto cuesta salir a la calle al lado de otros, desconocidos la mayoría pero que como tu también sienten que deben hacer algo? En silencio, no soy dada a corear consignas, he recorrido las calles rodeada de personas, he visto a alguna con movilidad reducida caminar con lentitud pero sin desánimo, y me he sentido unida a algo, un grito silencioso, del que todos deberíamos formar parte.
Parece que todo es inútil y es por falta de unión, ese es el meollo de la cuestión, nos hemos aislado y nos hemos vuelto demasiado egocéntricos, y esa falta de unidad imposibilita cualquier logro. Las personas deberíamos de apoyarnos unas en otras, es la única manera de avanzar.
Creo que fue J.L. Sampedro el que dijo que el sistema económico actual ha hecho algo peor que quitarnos la libertad, nos ha hecho olvidar los valores. Justicia, dignidad, cooperación, convivencia, hermandad ... han quedado atrás hace tiempo, en una realidad en la que sólo importa la competitividad, la productividad y el beneficio económico. Y así nos va.