miss Lavinia que trataba á mi querida Dora como una muñeca, pero estaba obligado á convènir que yo mismo, aunque no con tanta frecuencia, hacia lo que todos.
No dejo de conocer la reserva que la modestia impone al que habla de si mismo, aunque sea en unas Memorias, y tal vez haya alabado demasiado mi ardor por el trabajo, mi actividad, mi perseve- rancia y puntualidad exacta, que ha recompensado el éxito.
Convengo, sin embargo, en que otros han traba- jado mas que yo, sin alcanzar un buen resultado,
Confieso que he tenido en mi lavor algunos do- nes naturales, de los que he abusado; ademas de la celestial influencia de los consejos de Inés, ade- mas de mi adhesion à Dora y mi gratitud por mi tia, he tenido el mérito, á lo menos, de saber em- pezar cien veces y concluir lo empczado, y el de no afectar nunca despreciar mi propio trabajo, por- que la intencion lo ennoblece todo á mis ojos, y á todo he otorgado la misma actividad y solicitud.
Vengamos, ante todo, á mi ángel bueno, que hizo una visita de quince dias al doctor Strong, en Highgate.
Mr. Wickfield era el antiguo amigo del doctor, que lo invitó á pasar en su casa estos quince dias de vacaciones, siguiendo mi idea, pues estaba muy contento de mi asiduidad, y cuya idea crei poder