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Blade Runner primaveral o la mujer que soñaba con ovejas eléctricas

 

Voy al taller de repuestos por dos rodillas completas, un clavo para fijar un tobillo… Flus-flus para manos, muñecas y caderas. Músculos en forma para la espalda… Y de paso Tiritas para el corazón y ese tornillo que dicen que me falta.

Subo a un tren en marcha. Los pasajeros van desfilando dejando en mi carrito de recambios libros de Autoayuda.

Un hombre con un bigote descomunal comprueba mi billete mientras me canta al oído un bolero.

Usted es la culpable

De todas sus angustias

Y todos sus quebrantos…

No soy neutral en este tema, y menos en un tren en marcha, pero aun así asiento con una sonrisa.

En mi cabeza y sin que venga a cuento los pensamientos felices, las risas y el dolor se montan un ménage à trois

- ¡Bang!

Salto por los aíres.

-¿Donde estoy?

-Para que lo sepas, bonita, estás en el cielo.

-Pues perdona, raspa, pero tanto Paraíso que nos han vendido… Esto es un poco cutre.

-Ya, es lo que hay - me dice guiñando la cuenca de su ojo, que asemeja un abismo. Le pongo una tirita roja, que parece una cruz. Famélica bebe de un cubo ficticio.

-Es maná milagrero - me informa.

-Luego me das un poco- le digo- tratando de no ser desconsiderada.

Rumor de ángeles transportando palabras de aliento, que empañan mi alma como las ventanas de una Cafetería un día frío de invierno, preceden al galeno con pinta de Dios Padre.

-Del uno al diez, define el dolor de tus articulaciones y demás.

-¿Trece? ¿Diecisiete?

-¡NOOOO! - grita.

-Que la detengan, es una mentirosa, malvada y peligrosa…

El mismísimo Paulo Coelho se interpone entre el galeno y mi yo adolorido.  Y alzando los brazos como si quisiera apaciguar a una yeguada salvaje repite como un mantra:

"El dolor de ayer es la fuerza de hoy”

"El dolor de ayer es la fuerza de hoy”

Estoy a punto de abrazar a Coelho a ver si se me contagia su buen rollo, cuando el canto jubiloso del Mirlo que vive cerca de mi balcón me despierta con sus trinos celebrando la Primavera.

- Es lo que hay- me digo al ponerme en marcha un nuevo día, entre crujidos, ay, uy, oi y demás onomatopeyas.  

Más tarde, mientras tome el sol por lo del Calcio y la vitamina D, pensaré qué significa este sueño. Igual encuentro el hilo por el que desenroscar el ovillo enmarañado que es mi vida en este momento.