martes, 8 de enero de 2013

La dejadez del intelecto

"... y entonces, de soslayo hoy quiere pasar desapercibido; nada se le ocurre contar que merezca la pena".

-Estamos de acuerdo.
-¿Y tú qué sabes?
-¡Che, mira!. Ya estoy harto de permanecer ante una tormenta heterogénea sin saber las causas por los que algunos se han creado un tinglado de vulgaridad que asusta. Porque las reglas no se cumplen y no tenemos un plan, y la indiferencia ante el caos conlleva a una confusión y a un embrutecimiento que afecta a las nuevas generaciones. Pregunto: ¿quién es culpable de que las nuevas generaciones vivan sin ilusión (generación perdida) y sin ejemplos?
-¿Sin ejemplos?
-Ejemplos ejemplares. Los ejemplos de los mayores son fundamentales para ennoblecer la dignidad de los jóvenes. No se debe dejar al azar y menos optar por la indiferencia que beneficia en parte proyectos ególatras cuyas metas no son captadas por los que viven enfrascados en un vacío mental y no logran dedicar un instante de su afanoso día al ocio sano y la reflexión. Es un peligroso juego éste de permitir una avalancha que, comienza con un pequeño "va a ser que no" y luego se hace incontenible. Resulta dramática un gobierno donde por un lado se habla de progreso y por el otro de recortes en educación. El costoso analfabetismo consecuencia de la deserción escolar, en resumen: La dejadez del intelecto. Parte de la sociedad pasa por el entretenimiento hueco que se extiende con una facilidad pasmosa nublando el pensamiento de jóvenes inmaduros y adultos entumecidos. La juventud y el ocio repetido tiende a pasar del conocimiento y eso es motivo de esclavitud. Y la esclavitud moderna no es como la antigua, ya no estamos atados con cadenas. Ahora son tiempos de maniobras mentales que proporcionan estímulos calculados para seducir incautos. Esos incautos quedan atrapados bajo la astucia de sectores cuya agilidad verbal y poder económico logran sugestionar sutil y directamente el dubitativo razonamiento del ser. Y, prisioneros de sí mismos, no son capaces de observar el abismo detrás de la pantalla del televisor. Paradigmas que hacen peligrar el futuro de sus vidas por amorfas. No izamos la bandera moral, lo que izamos es un discurso ante la vacuidad, la vulgaridad y las chabacanerías que se están haciendo común en una parte de la sociedad por medio de diferentes canales de comunicación. Y lo dejo ahí. Me duele la cabeza. Voy a Les Seniaes a ver si soy capaz de contradecirme en el dolor de ayer.