Hay tanta hiel en esta tierra
que todas las cosechas nada se notarían;
hay tanta oscuridad conformando leyes
y dando cuerpo a miles de doctrinas
que la cera apenas daría para alumbrar una quimera.
Y es que aún queda chocolate para el loro
y toda la sopa boba necesaria,
y toda la luz "kilovatiada" que se precisa
para dar continuidad a la comodidad "artilugiada".
Y aún sobran unos céntimos para mandar, cual viaje del IMSERSO,
a Babia a millones de cerebros en viaje de recreo,
y no faltan expertos y entendidos en música de viento
venidos ex profeso de Hamelín para guiarnos a la tierra prometida.
Y aún quedan risas enlatadas y aplausos dirigidos
para hacernos divertida nuestra estancia en las tinieblas,
y en el baúl de los recuerdos aún queda sitio para guardar
muchas conciencias y algunas apariencias.
Y aún todos los Pulgarcitos podrán volver a casa
siguiendo el rastro de sus escasas migajas,
ya no hay gorriones y a los cuervos les gusta la pitanza
que cae de la mesa de los grandes señores que les crían.
Y aún los testaferros podrán pasar bajo el arco de la Ley
sin miedo a que les atrapen los imanes,
y los hombres de paja tienen asegurada una buena abrigada
en su tránsito diario a paraísos innombrables.
Y aún sobran hilos y cuerdas entre bastidores
para que nadie se salga del guion y pierda el ritmo de la danza,
aunque se permite al plebeyo combatir con una ristra de lágrimas
y con grandes dosis de fe alimentar esperanzas.
¡Para qué robar el afán de las abejas...!
(Impersonem)