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lunes, marzo 09, 2020

Delia Pasini / Vórtice













El héroe de nuestros días es Arthur Gordon Pym,
mezcla de conquistador, sabio y escritor de tratados,
instalado en el vértigo de su Maelström. Allí constata
y mide en su caída la velocidad y la altura del remolino,
tromba marina o marejada, calcula mentalmente
cuánto le falta hasta llegar al fondo del piélago, toma nota
de la relación peso específico-velocidad-caída
y las probables consecuencias que semejante arrastre
tendrá en su cuerpo.

Arthur Gordon Pym tiene sumo cuidado al construir
el relato de su aventura, omitiendo toda conclusión apresurada.
Después verá el resultado. En este momento, intenta sobrevivir.
Las palabras siempre nos rescatan del abismo.
También las brazadas y la respiración. En oídos sordos
no entran cantos de sirenas,
sólo cardúmenes ajenos a ese precipitado descenso
carente de armonía.
Acontecimiento fortuito, tan casual como el encuentro de
un paraguas y un perro en la mesa de un embalsamador.
Antes sí hubo aserrín desparramado por el piso.
Ahora los hombres ya no fuman acodados en las ventanas.
Tampoco hay charcos donde reflejar el hastío de
una abundancia con figura de vieja rufiana empenachada.

Delia Pasini (Buenos Aires, 1945-2018)

Chancho rengo,
Tren Instantáneo,
Buenos Aires, 2020









Otra Iglesia Es Imposible - Poetas Siglo XXI - Blog del Amasijo - Alpialdelapalabra - La Balandra - Palabra ArgentinaLa Nación - Questasleyendo/YouTube

Foto: Delia Pasini/Facebook

sábado, septiembre 17, 2011

Delia Pasini / Sobre las creencias de un verano



No sé mucho de dioses. Pero veo dedos
exprimiendo talismanes para obligarlos
a conceder. No, no sé nada de dioses
aunque mis preguntas los aludan.
¿Cómo eligen o rechazan a quienes
salvar del sufrimiento?

La roca -digo- no puede romperse.
Ésa es la verdad. Se eleva desde la
tierra y el mar y los domina. Se trata
-digo- de la roca visible, audible, esa
brillante misericordia del reposo.
Alguien vive en la cúpula:
un ojo mira a través de la claraboya.
La mole corta la visión, impide
todo afán de prolongarse.

Aquí, sólo huecos cavados en la pared,
aberturas disimuladas entre los techos y las azoteas.
Las plantas, hilachas bajo el hollín, se
estiran en el aire. Sofocadas, soportan el bochorno.

El chasquido de un sobre por debajo de la puerta
interrumpe la lectura, borrando ese escenario
donde el propósito se sirve de la imaginación.
La realidad se impone, barre la catedral de piedra
vigilante del mar. Tanta desolación abruma.

Delia Pasini (Buenos Aires, 1945-2018), Parábola de ciegos, Paradiso Ediciones, Buenos Aires, 2005


Foto: Delia Pasini, c.2010 Qué Estás Leyendo/YouTube

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