Pues nada que hablando esta Semana Santa con Antonio en el bar de Juan entra uno y pide un vinito blanco.
Hombre, Fernando, qué tal vas, dice Antonio y Juan a su vez le saluda. Le doy la mano y le miro pensando que tío más raro.
Hoy me he dado cuenta de una cosa importantísima, dice Fernando. Mis ojos preguntan qué pero el de los otros nada, porque no le miran. Juan limpia y Antonio se lía un cigarro.
He vivido tres mil años, 3.000 así con números, uno tras otro.
¿Cómo es eso? Ni que fueras vampiro, le digo.
No hables del diablo, porque lo conozco pues soy inmortal.
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Mirada a Juan y a Antonio que ven la televisión, donde lloran los que no han podido salir de procesión. Oye ni puto caso a Fernando.
De repente ha cogido un cuchillo junto al jamón que nadie le pide a Juan y se lo ha clavado.
¡Joder, todo lleno de sangre! dice Juan.¡Coño, ten más cuidado, me has pringao!, dice Antonio.
Me echo las manos a la cabeza y oigo el pock de su cuerpo contra el suelo. Bebo mi vino nervioso y pido otro.
No te preocupes, Paco, machote, ahora se levanta. Siempre que viene la Semana Santa lo hace, pero ya nadie le hace caso. Luego desaparece y vuelve al año siguiente.
Oye, se levanta, se va y no he podido preguntarle nada, nada.
sábado, 30 de abril de 2011
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LA PIEDRA
Cuando llegué a casa de Alberto, me dijo que le acompañara, porque la vecina palmó y, tenía que ver si se había cerrado el gas y el agua.
La casa olía a soledad, a rancio de persona mayor, y en la silla donde se sentaba, a muerto, pues en esa, la encontró la muerte. Alberto me dijo que estaba sola, nadie de familia, pues igual que tú, dije, que aunque tengas a tu hija, te amenazó con irse si no le dabas dinero, y por eso la mandaste a tomar por culo. Mira si quieres algo, porque el nuevo dueño vendrá y tirará todo, pintará la casa, pondrá muebles nuevos y la alquilará. Alberto abrió los cajones y miramos en ellos. Voy a llevarme esta caja con estos libros, las imágenes de las vírgenes y la piedra, le dije.
Pues invítate a una caña, añadí, porque estoy tieso; eso está hecho, dijo Alberto, y le lié un cigarrillo para él y otro para mí.
La piedra la puse encima de la valla del jardín y me olvidé de ella; las vírgenes por toda la casa.
Fue al hacer el huerto, cuando volví a ver la piedra, por un lado cuarzo rojo, por el otro, pegado a él, una especie de grabado en piedra, parecido a celdillas. Me fumé un canuto y con los humos, descubrí de donde salía la piedra.
En el monasterio de Fuentes, abandonado tiempos ha, pegado a la pared más alta del Pirineo aragonés, habitaban cinco monjes.
Ahora eremitas, que, cortándose las lenguas para jamás volver a hablar, llegaron allá para expiar sus culpas, penas dolorosas por matar al pueblo de Ics, ordenado por sus superiores. Dedicaban sus vidas a orar, cultivaban la tierra cercana al río Escrito, y aliviaban las penas de los aldeanos, que llegaban en ocasiones, para que salvaran la vida de algún niño, presa de fuertes fiebres, atender algún brazo o pierna rotos, y en general atender a los necesitados.
Nadie sabía sus nombres, y poco a poco se fue creando una aldea junto al monasterio. Cosa que se supo de inmediato en el castillo del marqués, pues dejaba de ingresar sus diezmos, y sus campos dejaron de ararse. Así que envió a sus treinta mejores hombres, para traer a todos los que allí vivían. Los que no quieran venir les arrancáis las orejas, ordenó.
Poco antes de que llegaran, los aldeanos lo supieron y les dijeron a los monjes: como siempre, el poder debe mandar y el pobre obedecer, y si no tienes na, buena sea la muerte. Se reunieron los cien aldeanos dentro del monasterio y con la ayuda de los monjes…Sobre los arboles unas redes, sobre la senda, unas fosas. Los guerreros del marqués, confiaban en que sería sencillo, más cayeron en las trampas y despojados de sus armas y caballos, los encadenaron en el monasterio.
Lo que ocurrió después ya se sabe, el marqués llamó al duque, coleguilla de pernadas, y juntando un ejército, arrasaron el monasterio, y tras enormes pérdidas de hombres, mataron a los monjes, les cortaron las orejas a los hombres, y a las mujeres las violaron y, una de ellas, presa de dolor, arrancó la piedra que aquí veis, y de padres a hijos, llegó a las manos de la vecina, que murió junto a la casa de Alberto y, la piedra, no tiene poderes, ni falta que hace, porque es bonita y me gusta mirarla. Y como todo, fin.
11 comentarios:
Muy bueno, me he reído mucho
holaaa jajajjaja uf hatorito que historiaaaaaa mas guayyyyyy me parto de risa jajajajjaa feliz finde besitossssssssss
GRACIAS BAMBÚ
EMBRUJO GRACIAS Y BESOSABARAZAOS A LAS DOS
jajajaja, Joer, sí que está buena el relato de estos tres.
Besos.
Quizás el año siguiente puedas saber algo je.
Saludos.
lo siento por el empleado del bar que cada año le toca limpiar el sangrerio que deja el del cuchillo.
una abrazo.
¡Menuda sangría!.
Ese no tendrá alto el ácido úrico....
Jajajajajajaja.
Pochoncicos.
GRACIAS ANDRI. A LO MEJOR SE HA IDO A OTRO PAÍS, LA MALQUERIDA. CIERTO YAYOMAN, PERO LE QUIEREN AL HIJOPUTA ¿QUÉ VAN A HACER? WIVITH AMIGA SEGURO QUE NO
ABARAZOS PARA TODOS Y GRACIAS A TODOS
jajaja
quisiera alguien inmortal a quien acuchillar sin culpa alguna!! seria genial! no?
jaja!
un abrazo!
q estes bien
:)
SIN DUDA ALGUNA, PERO QUE NO FUERAN POLÍTICOS. UN ABARAZO CHARLIE
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