He corrido, Señor, para buscarte,
presa estoy de mi fatiga.
Dando tumbos recorro los caminos,
ahogo en suspiros la desidia.
No te veo al borde del sendero,
como el ciego tropezó contigo.
Oigo tus pasos, no te alcanzo,
tiendo la mano para tocarte...
Tú sigues, yo te persigo.
¿Cuando, Señor, será el encuentro
de tu pasar y mi destino?
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