París
Después de mucho tiempo deseándolo, hace dos años pude hacer mi sueño realidad y visitar París en compañía de mi amiga Alicia. Fueron cuatro días de ensueño pero también agotadores, ya que queríamos ver la mayor cantidad de monumentos posibles. Nos faltó un poco de tiempo para poder relajarnos tranquilamente en una de las muchas terrazas que se encuentran por sus calles. Es una ciudad que hay que visitar al menos una vez en la vida y un viaje para recordar por muchos años. Primer día: Nos recogieron en el aeropuerto de Orly para llevarnos al hotel y atravesamos todo París, ya que nos alojábamos en el barrio de Montmartre. Después de dejar nuestras cosas, decidimos aprovechar al máximo la tarde y cogimos el metro hasta la Oficina de turismo para comprarnos los pases a los museos. Y allí al lado nos encontramos con la Ópera Garnier, también conocida como Ópera de París o Palacio Garnier, es uno de los edificios más importantes de la ciudad, de estilo neobarroco. Actualmente alberga espectáculos de ballet y sólo de vez en cuando representa alguna ópera clásica, ya que las más importantes se realizan en la Ópera de la Bastilla. Es conocida también por la famosa obra "El Fantasma de la Ópera".
Después fuimos a ver la Basilica del Sagrado Corazón, que se encuentra en lo alto de la colina de Montmartre, para mí uno de los barrios más bonitos. Bajo ella se encuentra una gran cripta. Se construyó en homenaje a la memoria de los ciudadanos franceses que perdieron la vida durante la guerra Franco-Prusiana, es uno de los monumentos más visitados de la ciudad. A unos metros de la Basílica se encuentra la Plaza Tertre, en la que hay muchas tiendas de recuerdos y puestos en los que se venden crêpes, aunque por lo que es conocida es por los pintores que en ella retratan a los turistas, ya que este barrio es conocido como el de los artistas, pintores y bohemios.
Seguimos la ruta y nos acercamos al barrio rojo de Pigalle, también conocido como el barrio de las prostitutas, donde se encuentra el cabaret más famoso del mundo: el Moulin Rouge, situado entre discotecas y sex shops, a los pies de la colina de Montmartre. Resulta muy llamativo ver la iluminación del barrio al más puro estilo Las Vegas. En la actualidad ofrece gran variedad de espectáculos. Para poder ver alguno hay que reservar la entrada con meses de antelación, pagar un mínimo de cien euros por persona, depende si se va a ver sólo el show, o si incluye cena o champagne, y ya se puede disfrutar del espectáculo.
Segundo día: Nos levantamos temprano, ya que queremos llegar de las primeras a ver la Torre Eiffel, el monumento más importante de la ciudad sin tener que esperar colas para entrar. Puede verse desde todos los lugares de la ciudad, París no sería lo mismo sin ella. Para subir hay dos opciones: ascensor o por las escaleras que son muchisimas, nosotras utilizamos el ascensor, que todavía nos quedaba todo el día por delante. Como hacía bastante aire decidimos quedarnos en el segundo piso y no subir hasta lo alto, ya que los que padecemos de vértigo, no llevamos bien lo de las alturas. Desde ese piso ya impresiona bastante y tiene unas vistas maravillosas. Por la noche esta completamente iluminada y los diez primeros minutos de cada hora exhibe una iluminación muy llamativa y brillante haciendo destellos.
Continuamos ruta y vamos hacia los Jardines del Trocadero, desde donde hacemos unas fotos de la Torre Eiffel, el mejor sitio para hacerlas. Volvemos a pasar por debajo de ella y cruzamos hasta los Campos de Marte, la Escuela Militar y nos acercamos hasta Los Inválidos, donde entramos a ver el Museo de Armas. Al lado vemos la Iglesia del Dôme y dentro de ella la Tumba de Napoleón. Después de comer allí mismo, yendo hacia la Plaza de la Concordia nos encontramos con el Gran Palace y el Petit Palace ( que alberga el Museo de Bellas Artes de París). Llegamos al Obelisco y desde allí contemplamos el Sena, la Asamblea Nacional y muy cerca la Iglesia de la Madeleine. Ya en el anochecer caminamos por los Campos Elíseos hacia el Arco del Triunfo.
Situado en la plaza Charles de Gaulle, aunque de lejos parece más pequeño, cuando te acercas a su lado es impresionante. En su interior hay un museo en el que se explica su historia y construcción. Para subir a él hay que ascender por una escalera de caracol, que después de una larga jornada por la ciudad, parece que nunca se llega al final. A los pies del arco se encuentra la Tumba al Soldado Desconocido, siempre rodeada de flores, de la Primera Guerra Mundial, con la inscripción: "Aquí yace un soldado francés muerto por la patria 1914-1918" donde siempre hay una llama encendida en homenaje a todos los que dieron su vida por Francia y que todos los días a las seis y media de la tarde alguien se encarga de reavivar.
Tercer día: De nuevo toca madrugar y empezamos visitando la Plaza y Ópera de la Bastilla, nos acercamos hasta la Plaza Vosges en el barrio Marais donde entramos en la que fue Casa de Víctor Hugo, desde allí vamos al Centro Pompidou, el cual nos decepcionó un poco, seguimos por Les Halles, donde vemos la escultura L´écoute y visitamos la Iglesia Saint Eustache, de las más bonitas que he visto. Después de comer nos encaminamos al gran museo de París: el Louvre.
Es el Gran Museo Nacional de Francia, se encuentra en el antiguo Palacio Real del Louvre. Se puede acceder a través de la entrada principal por la pirámide de cristal o si se va en metro hay una parada dentro del mismo museo. Si se dispone de poco tiempo para verlo entero, ya que son varias las plantas que tiene el museo, no pueden dejar de verse la famosa Gioconda, la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia. Ya fuera del museo, pasamos a través del Arco del Triunfo del Carrousel, que se creó en conmemoración a las victorias militares de Napoleón Bonaparte y paseamos por el Jardín de las Tullerias, haciéndonos unas fotos.
Cuarto día: Siendo el último día de visitas en la ciudad, fuimos a la Isla de la Cité y allí visitamos en primer lugar la Catedral de Notredame.
Una de las catedrales francesas más antiguas, de estilo gótico, está dedicada a la Virgen María. Situada en la Plaza Parvis donde se encuentra el punto cero, desde donde se cuentan todas las distancias kilométricas de Francia y rodeada por las aguas del Sena. Completamente rodeada de jardines, se ha convertido más en un lugar turístico que religioso. Su exterior con sus torres, esculturas, rosetones y gárgolas y su interior con capillas, vidrieras y su santuario, un lugar imprescindible de visitar. Visitada la catedral, entramos en la Sainte Chapelle con sus impresionantes vidrieras y en la Conciergerie (vemos donde pasó sus últimas horas María Antonieta) y nos vamos a comer al Barrio Latino que es barato y hay gran variedad de restaurantes, pasamos por la Plaza St. Michel, La Sorbona y entramos a ver el Pantheón. Desde allí buscamos el Palacio de Luxemburgo y sus jardines. Como punto final entramos a ver el museo D´Orsay ( una visita que espero repetir algún día ). Y a dormir, que al día siguiente teníamos que madrugar para que nos recogieran y llevaran al aeropuerto de vuelta a casa.