jueves, 25 de octubre de 2012
ME RINDO Y ABANDONO LA CORDURA
Sobre los círculos concéntricos de los miedos
cantan cuervos dorados su llanto de inmundicia.
y ciegan esas luces de luciérnagas
fundidas en las noches solitarias.
Y caminamos mientras tanto
abandonados de todos los principios
que nos hicieron hombres sabios
cuando la sangre era savia en las entrañas.
Nada espera en los recónditos cerebros
ante esta sequedad del alma hundida.
Cabizbajos sin orgullo ni futuro
nada queda limpio en los pulmones.
Amamos los principios de la nada,
de la escoria efervescente de la sangre
en el tiempo de los hombres prisioneros
que escupen su saliva contra el viento.
Calles vacías de corazones palpitantes,
oscuras acequias de vómitos y barro.
Amanece Madrid entre las heces
de todos los cobardes y sus miedos.
Olvidaré los yugos, las cadenas,
los efluvios tiernos de la infancia,
los lamentos perdidos en alcoholes
y el semen vertido sobre el fuego.
Ya no quedan barriles de cerveza
donde esconder los cuellos doblegados
por tantos desperdicios y basura
acumulada entre las uñas y la carne.
Me rindo y abandono la cordura
que conseguí tras mucho esfuerzo y lágrimas
en aquellos tiempos turbios y encantados
donde el amor pudría nuestras venas.
Me rindo y abandono la cordura,
la lucidez cobarde del pacífico
cansado de portar en las caderas
enfundadas pistolas de juguete
y en la lengua pólvora mojada.
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