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jueves, 20 de diciembre de 2012

Engranajes






Ringggggg suena el teléfono –contando los primeros acordes el tono no pasa de these matters of security- a las cuatro y veinte de la madrugada, vibra la almohada pero afortunadamente el circuito nervioso permanece inalterado. Un hilillo de voz tenue, un hombre casi moribundo, habla al otro lado.


-¿Eres feliz?
-pues…no, claro que no
-¿por qué las buenas personas no pueden ser felices?
-tú eres una buena persona, deberías ser feliz
-tú también lo eres, eres buena tía, he visto tu sonrisa incondicional, tu…
-¿me hablas de absolutismo? sonrío cuando los críos han recogido su ropa o me besan después de explicarles un ejercicio. Es… no se, una recompensa. Después me hundo en mi propia mierda, y te aseguro que el hedor no me deja ni siquiera dormir
-vaya, no conocía tu faceta escatológica. ¡Si tienes cara de caramelo dulce!
-sí, claro, pero los caramelos también se pudren, y echan peste. ¿Sabes qué pienso? deberías ser un hijo de puta, seguro que las cosas te irían mejor
-¿soy buena persona? es que creo que sí lo soy, merezco, al menos, que se valore lo que hago
-joder, sí, lo eres, es lo que te he dicho antes, al principio. Nunca va a valorar nada, y sabes por qué, porque es una acostumbrada. Se acomodó en ese sillón de piel blanca a repartir hachís y colocarse con el humo del incienso. Luego, tú estás ahí para el resto, y el resto ya sabemos que es TODO
-tía, no entiendo por qué te pusieron los cuernos; eres simpática, tienes luces y encima eres follable
-uhm, sería por el olor, me cambiaron por una vaquita que olía a leche caliente
- …



Hablar de felicidad en estos tiempos casi me parece una frivolidad, y pensándolo durante un rato, tirando del hilo de la memoria, me he dado cuenta de que nunca he conocido a nadie que sea feliz. Ni siquiera el más bendito de los ignorantes, porque hasta el niño inocente de cinco años llora, patalea, y hasta destroza las demás rodillas cuando le quitan el juguete que tiene entre las manos.

He vuelto a rescatar a Punset, porque recordé la teoría de que se es feliz mientras tenemos en mente el objetivo, mientras manejamos los medios para alcanzar el fin y vamos dando forma a las conjeturas. Cuando consigues el objetivo, dicen, que no queda nada. Recuerdo cuando se casó una de mis mejores amigas; le llevó un año preparar la boda. Todos los días la veía sonreír mientras cuidaba de todos esos estúpidos y típicos detalles. El día de su boda me dijo que era el día más triste de su vida, y se esfumó en la velocidad de un rayo. Después vino lo del niño, planear aumentar la familia, después el bautizo, una fiesta de cumpleaños, etc. ¿Seríamos felices sin propósitos, sin fijarnos metas?
Yo creo que sí, que queda disfrutar de lo conseguido. Pero…


Pd. joder, quién coño vive en Suecia



The Rosebuds - Life like