Ringggggg suena el
teléfono –contando los primeros acordes el tono no pasa de these matters of security- a las cuatro y veinte de la madrugada,
vibra la almohada pero afortunadamente el circuito nervioso permanece
inalterado. Un hilillo de voz tenue, un hombre casi moribundo, habla al otro
lado.
-¿Eres feliz?
-pues…no, claro que no
-¿por qué las buenas personas no pueden ser felices?
-tú eres una buena persona, deberías ser feliz
-tú también lo eres, eres buena tía, he visto tu sonrisa
incondicional, tu…
-¿me hablas de absolutismo? sonrío cuando los críos han
recogido su ropa o me besan después de explicarles un ejercicio. Es… no se, una
recompensa. Después me hundo en mi propia mierda, y te aseguro que el hedor no
me deja ni siquiera dormir
-vaya, no conocía tu faceta escatológica. ¡Si tienes cara de
caramelo dulce!
-sí, claro, pero los caramelos también se pudren, y echan
peste. ¿Sabes qué pienso? deberías ser un hijo de puta, seguro que las cosas te
irían mejor
-¿soy buena persona? es que creo que sí lo soy, merezco, al
menos, que se valore lo que hago
-joder, sí, lo eres, es lo que te he dicho antes, al
principio. Nunca va a valorar nada, y sabes por qué, porque es una
acostumbrada. Se acomodó en ese sillón de piel blanca a repartir hachís y
colocarse con el humo del incienso. Luego, tú estás ahí para el resto, y el
resto ya sabemos que es TODO
-tía, no entiendo por qué te pusieron los cuernos; eres
simpática, tienes luces y encima eres follable
-uhm, sería por el olor, me cambiaron por una vaquita que
olía a leche caliente
- …
Hablar de felicidad en estos tiempos casi me parece una
frivolidad, y pensándolo durante un rato, tirando del hilo de la memoria, me he
dado cuenta de que nunca he conocido a nadie que sea feliz. Ni siquiera el más
bendito de los ignorantes, porque hasta el niño inocente de cinco años llora,
patalea, y hasta destroza las demás rodillas cuando le quitan el juguete que
tiene entre las manos.
He vuelto a rescatar a Punset, porque recordé la teoría de
que se es feliz mientras tenemos en mente el objetivo, mientras manejamos los
medios para alcanzar el fin y vamos dando forma a las conjeturas. Cuando
consigues el objetivo, dicen, que no queda nada. Recuerdo cuando se casó una de
mis mejores amigas; le llevó un año preparar la boda. Todos los días la veía
sonreír mientras cuidaba de todos esos estúpidos y típicos detalles. El día de
su boda me dijo que era el día más triste de su vida, y se esfumó en la
velocidad de un rayo. Después vino lo del niño, planear aumentar la familia,
después el bautizo, una fiesta de cumpleaños, etc. ¿Seríamos felices sin
propósitos, sin fijarnos metas?
Yo creo que sí, que queda disfrutar de lo conseguido. Pero…
Pd. joder, quién coño vive en Suecia
The Rosebuds - Life like