En el vino borgoña
de una única copa
encuentro alguna imagen
retenida.
Algún brindis remoto
se refleja en su fondo
y una pobre sonrisa
se dibuja en mi boca.
Bebo el último sorbo
y me reinvento
para acallar el grito
para acallar el grito
intempestivo.
Y que el misterio
insondable
de la muerte
no logre seducirme hasta el delirio.
No es tiempo aún.
Aún perfuma el nardo,
aún madura el trigo
Julia Cerles