Con matambre se nutren los pechos varoniles avezados a batallar y vencer, y con matambre los vientres que los engendraron, con matambre se alimentaron los que en su infancia, de un salto escalaron los Andes, y allá en sus nevadas cumbres entre el ruido de los torrentes y el rugido de las tempestades, con hierro ensangrentado escribieron: ¡independencia y libertad!Esteban Echeverría. Antología de prosa y verso. Página 455. 1981.