10 de septiembre de 2024

Una fotografía desaparececida por ahí. Y aparecida.


Hoy se me ha dado por gestionar de alguna manera los almacenamientos que se quejan continuamente de que todo está hasta los topes y que aconsejan organizar recuerdos que se acumulan y acumulan sin cesar. ¡Gran ironía del momento de vida!

Siempre he querido llevarlos a cuestas, pero como no quiero pagar y pagar a los que ya reciben tanto, he decidido conservarlos en un sitio "no portátil". Lo llevaré mal al principio, supongo. Querré recurrir a esos momentos y esos momentos estarán metidos en el disco duro que tengo bajo la montonera de libros y apuntes.

De momento, pienso solamente en descargarlos en otro dispositivo. Debería también eliminar archivos pero no me veo capaz. Mi mente amarra y agarra. Con fuerza. Todo lo que he dejado grabado ahí es por un motivo vital. Hasta el café compartido desde el bar de carretera. Es mi vida y mis sentimientos en imágenes. Así lo siento y, por este motivo, no quiero borrar ninguno. No puedo.

Nada se puede borrar aunque se borre. Eso me dijeron un día. Y añadí posteriormente, al menos en pensamiento: Yo no quiero eliminar ningún momento vivido. Somos el resultado de una vida única. Eso somos. Pienso que es verdaderamente increíble, maravilloso y mágico. Nosotros definidos por todo lo que dejamos atrás.

Y aquí está una de esas fotografías de uno de mis innumerables paseos.

Regreso al camino para encontrar la calma deseada. Incluso, en aquellos lugares que pisé con los que ya no están a mi lado y están.

Para siempre. Aunque desaparezcan los archivos.

12 de agosto de 2024

Desde el observatorio de aves


Sigo en contacto con la naturaleza. Y la naturaleza también es la humana, aunque no lo parezca ni por asomo en muchos casos.

Me relaja escaparme. Me siento relajada ahora.

En un segundo, mi cuerpo puede empezar a revolucionarse de nuevo. No canto victoria.

De hecho, últimamente son pocos los instantes de relajación TOTAL.  Los tuve en su día pero actualmente son tan escasos que se han convertido en un dulce recuerdo de "juventud". Se elevan mis hombros y me doy cuenta del movimiento que no me gustaría advertir en mi propio cuerpo agotado. Imagino entonces a esa gacela que ha detectado a la hambrienta leona entre las hierbas altas.

Veo leonas por todas partes.

28 de julio de 2024

Rompiendo rutinas

Cuando se rompe la rutina con estas noches de lectura y verano, entre el silencio tranquilo de un pueblo que convive con la playa geométrica y la montaña de piedras con formas de historia de nuestros ancestros, recuerdo tus besos en estos lugares de ensueño. Recuerdo tu mano recogiendo la mía. Recuerdo el cariño de un hombre que ha desaparecido como el castillo de arena que arrolla el mar del fin del mundo.

Entre estas dunas, mi piel desnuda se pegó al sudor de la tuya para siempre, incluso en la lejanía de tiempo y de vida. Pegados éramos invencibles y valientes. Valientes por la magia que un día se vio envuelta de niebla y dudas. 

Me pregunto si las dudas pueden estar alguna vez equivocadas.

9 de julio de 2024

Hoy me siento como Lina


 Agradecida y emocionada


Gracias por formar parte de mí.

Sabes que eres historia de mi vida para siempre.

Aunque nuestras pieles no lleguen a rozarse nunca más, seguiré sintiendo el calor. 

Y también el frío.

Aunque ya no pueda perderme en el interior de tus ojos profundos, esa mirada ya es mía.


Sigo echada junto al mar. 

Escondida, incluso.

Agazapada.


¿Dónde se está mejor?


23 de junio de 2024

Desaparecida


 

Desaparecida y encontrada.

Luz del día que me acerca a ti con una sonrisa de nostalgia. 

Noches eternas que vagan entre los recuerdos que nunca se marcharán NI QUIERO.

Aprender a vivir con heridas abiertas es lo que más se aproxima a la madurez, al verdadero sentido.

Ahora sé que no se cerrarán nunca. Ya lo he asumido.

Sigo caminando con menos peso en la mochila.

FELIZ, a pesar de TODO.


4 de junio de 2024

Tirada bajo el sol


Tirada bajo el sol, este me recordó que aún mi cuerpo podía recibir calor.

De repente, abro un ojo, giro mi cabeza hacia la derecha y me quedo observando ese tronco que un día fue húmedo, fresco, lozano.

Pienso entonces: ¿Seré yo otro tronco de esta playa desierta cuando todas las luces se hayan apagado?

11 de mayo de 2024

Conociéndome. Reconociéndome.


Sigo teniendo ese nudo en el estómago, en la garganta. Es un nudo que me ata a un pasado ya disuelto del que recuerdo tanto lo bueno como lo malo. Os aseguro que tengo presentes AMBAS caras de la moneda y aparecen, tanto la nostalgia como la ternura, y también la profunda tristeza que no se termina de marchar. No es que quiera regresar a este pasado pero sí que siento que algo hemos perdido y estamos perdiendo en esta evolución del ser humano. 
Me pregunto hacia dónde camina esta sociedad en la que no me veo acomodada. Todo se ha vuelto tóxico si causa un mínimo fastidio. Ya no tenemos ni debemos soportar nada. Surge la duda, incluso, del sentido de la pareja, origen de todos los que vendrán detrás. Somos uno, uno más uno, uno más uno más uno. 
Ningún peso a nuestras espaldas que provoquen los otros y mucha soledad vestida de diversos trajes, incluso de fiesta. Esta soledad última, la disimulada, es la más asfixiante de todas. Asfixiados pero felices. Las relaciones no llegarán a ser nunca duraderas. Las familias serán de quita y pon. El mundo líquido en el que nadamos, se agota enseguida de una adicción para pasar inmediatamente a la siguiente. ¿Para qué esperar si lo podemos obtener YA?

No existe el plato cocinado a fuego lento y con grumos. No hay calma, no hay reposo, no hay sosiego.

¿O soy yo?