Versé infinidad de veces adioses prolongados al amor
creyendo no ser oración ni credo para nadie
creyendo no ser oración ni credo para nadie
-en todos sus designios-
y como si fuese único ese día
-sabiéndome magia-
soñé con un halo de esperanza,
llegar a pintar el lienzo con el trazo tibio del acercamiento,
que al roce de un movimiento de fortuna
sería creación en unas manos
donde me entregaría sin la duda de un pasado
olvidando la nostalgia que fui,
y a través de los ojos recogiese un sentimiento mutuo
-lleno de confidencias-
guardándolas en el silencio de la mirada
guardándolas en el silencio de la mirada
e hicieseme beso, y suspiro,
adivinando el alma, la piel, y todo,
en esa parte del corazón.
Soñé.
Pedro Calderón de la Barca, dijo...
y los sueños, sueños son.
Yayone Guereta.
Foto Propia.
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