Una duda me entretiene para no pensar en otras;
cuando intento abarcarla en su unicidad se desborda
por los lados creando pequeñas dudas
que aprisionan a la más grande
como queriendo
(tal vez)
ser alimentadas por ella, de forma solemne
con una viscosa savia que me desinfla
hasta llenarme de contracturas, quebraderos, retorcimientos
que (por desgracia) paga mi almohada
un poco más tarde, cuando la noche
la transforma en dentelladas en un lecho salvaje
sobre el que reposa mi cabeza;
comenzará a sudar, convirtiendo el descanso
en los restos de una tormenta tropical
sobre Oaxaca.
Sigo en mi mesilla de día,
arrugando folios en blanco
con pocas letras escritos
que van cayendo al suelo
en espera de la noche.
La congoja de la pasada tormenta, de Horacio Castellanos Mora
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Pues me he levantado sobre las tres y me he puesto a curiosear libros
electrónicos pendientes de abrir. Hasta dar con esta sorpresa, que no he
tenido ot...
Hace 1 día