En una víspera de Navidad cuando aún era muy pequeña,
apareció bajo el árbol una cinta de cassette junto a un librito con
ilustraciones, muy delgado.
Mi hermana, la mayor, vino entusiasmada a decirme que le había
parecido ver a un duende correteando por allí y qué seguramente, había sido él
quien lo había dejado.
Yo aún no sabía leer pero aquellas ilustraciones captaron
por completo mi atención y más aún cuando gracias al cassette, aquellas
imágenes iban cobrando vida.
Pasé todas las navidades enganchada a ese librito y a ese
cassette que contaba la historia de un gatito negro con una patita blanca, que
había nacido para ser el gato de una bruja al igual que su hermana Salima. Pero
él no deseaba tener ese destino, pues quería ser un simple gato faldero.
El gatito en el mundo de las brujas no encajaba, no solo
porque sus deseos eran otros, sino porqué además no había nacido completamente
negro y con los ojos verdes. Dos rasgos
esenciales para ser un gato embrujado, Gobolino había nacido negro pero con un
calcetín blanco y ojos azules.
En su primer viaje en escoba en lugar de disfrutar como su
hermana, lloriqueaba de miedo. Ninguna bruja quiso quedarse con él, en cambio
su hermana Salima encontró rápido una dueña que le enseñaría todo lo que tenía
que saber para ser un buen gato de bruja.
La mamá de Gobolino y su ama bruja, al ver que el
pequeño no tenía voluntad de ser malvado y además no reunía los requisitos
necesarios para serlo, decidieron abandonarlo en una cueva y es entonces cuando
el protagonista de esta historia decide irse en busca de un hogar donde poder
ser feliz como gatito domestico. Soñaba con jugar con niños, cuidar del bebé de
la casa y dormir al anochecer en el regazo de la madre, al calor de la
chimenea. A gusto y ronroneando.
Cuando por fin encuentra un hogar con todo lo que había
deseado, la familia lo acoge como uno más y él divertía a los niños soltando
chispas por los bigotes, apareciendo y desapareciendo para jugar al escondite…
trucos que sabían hacer los gatitos embrujados y qué aunque Gobolino quisiera
ser un gato faldero, había aprendido.
Pero una noche escucha un “toc toc” en la ventana, era un
duende que le pedía por favor pasar para resguardarse del frío. Gobolino al principio duda… pero recordando lo solo y
asustado que había estado él antes de encontrar este lugar, le deja entrar.
Ahí comienza el desastre…
el duende entra manchando con sus sucios zapatos el resplandeciente
suelo de la cocina y haciendo preguntas algo tramposas descubre que el gatito
es en realidad un gato embrujado. Corre como un torbellino para arriba y para
abajo, enredando las lanas de una de las labores de la dueña de la casa en las
patas de una silla y va lanzando al suelo todo lo que encuentra a su paso. Después
se encierra en la despensa. Gobolino muy alarmado intenta sin éxito arreglar el
desaguisado, pero el duende no vuelve a aparecer hasta que no se ha comido toda
la nata que había guardada en la despensa. Y sin más se fue, dejando al pobre
Gobolino con todo el destrozo.
A la mañana siguiente
la madre entró a la cocina y escandalizada al verla en ese estado, contempla
como en el suelo hay unas letras que dicen: “Gobolino, es un gato embrujado”.
El marido que había sorprendido alguna vez al gatito haciendo uno de sus trucos,
le dijo a su mujer: “Te lo dije, es un gato embrujado y no sirve para nada. Voy
a ahogarlo”.
El pobre gatito al oír esto, salió corriendo de aquella
casa…
Después del día de Reyes el librito y el cassette,
desaparecieron. Los busqué varias veces
sin éxito. No quise decir nada por si me regañaban por haberlos perdido.
¡Entonces lo entendí! :O Mi hermana mayor me había dicho que
un duende me lo había dejado debajo del árbol... ¡Sería malvado! ¡Sería bribón! Ese duende que
le había hecho tantas trastadas a Gobolino, se había llevado mi cuento y mi
cassette…
Estuve mucho, mucho tiempo, enfadada con aquel duende… yo
qué creía que los duendes eran buenos, qué vivían en los bosques cuidando de
plantas y flores…
Pero en la siguiente Nochebuena mi hermana mayor alzando la
voz dijo: “¡Ahí va un duende!!” de un brinco me levanté del sofá y entonces
miré debajo del árbol ¡y ahí estaban de nuevo!
Volví a disfrutarlos toda la navidad y el siete de enero, de
nuevo desaparecieron. Así fue durante años. Cuando aprendí a leer pude disfrutar del todo también del librito, ya no
me enfadaba que el duende me lo trajera cada veinticuatro de diciembre por la noche y que al
despertar cada siete de enero ya no estuviera.
El último año que el duende me lo dejó debajo del árbol, ya
no volvió para llevárselo. Mi hermana, la más mayor, se había ido de casa.
Ahora sé que mi madre corría para ponérmelos debajo del
árbol, mientras mi hermana mayor me distraía. Y qué el libro y el cassette
llevaba más cuentos, pero no sé por qué solo me acuerdo de Gobolino. No
recuerdo ni de leer ni de escuchar ninguno más.
Cuando le conté a mi madre que me hacía ilusión escribir aquí la historia del gatito, pues incluso ahora de mayor cada Navidad me acuerdo de él. Ella me dijo que era el primer fascículo de una colección que vendían en el kiosko.
Así que me puse a buscar y encontré que la historia de
Gobolino en los siguientes fascículos continuaba y no solo eso, sino que todos
los cuentos están en audio en youtube. Os dejo aquí los enlaces de todas las
partes:
Además he descubierto que en verdad no es un cuento de Salvat sino un libro de la escritora
“Ursula Moray Williams” publicado por primera vez en 1942 y que el
titulo original es: “Gobbolino, The witch’s Cat”.
** “Gobolino, el gato
embrujado” pertenece a la colección Cuenta
Cuentos de Salvat, 1986. **
Cada fascículo incluía varios cuentos y un cassette con ellos
en audio y un par de canciones.
Salvat decidió
comprar los derechos y traer a España esta colección que en Inglaterra había
sido todo un éxito, llamándose: StoryTeller.
Las historias de Gobolino tuvieron continuación y nuevas
aventuras narradas, esta vez acompañado de su inseparable amigo “el caballito
de madera”:
Todos los capítulos de Gobolino fueron narrados
magistralmente por Marta Martorell,
quién además fue la voz de la Señora
Fletcher (Angela Lansbury en “Se ha
escrito un crimen”).
(Estoy muy feliz de tener un lugar donde poder guardar estos
recuerdos para siempre).