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domingo, 18 de noviembre de 2018

Gobolino, el gato embrujado



En una víspera de Navidad cuando aún era muy pequeña, apareció bajo el árbol una cinta de cassette junto a un librito con ilustraciones, muy delgado. 

Mi hermana, la mayor, vino entusiasmada a decirme que le había parecido ver a un duende correteando por allí y qué seguramente, había sido él quien lo había dejado.

Yo aún no sabía leer pero aquellas ilustraciones captaron por completo mi atención y más aún cuando gracias al cassette, aquellas imágenes iban cobrando vida.

Pasé todas las navidades enganchada a ese librito y a ese cassette que contaba la historia de un gatito negro con una patita blanca, que había nacido para ser el gato de una bruja al igual que su hermana Salima. Pero él no deseaba tener ese destino, pues quería ser un simple gato faldero.


El gatito en el mundo de las brujas no encajaba, no solo porque sus deseos eran otros, sino porqué además no había nacido completamente negro y con los ojos verdes. Dos rasgos esenciales para ser un gato embrujado, Gobolino había nacido negro pero con un calcetín blanco y ojos azules.

En su primer viaje en escoba en lugar de disfrutar como su hermana, lloriqueaba de miedo. Ninguna bruja quiso quedarse con él, en cambio su hermana Salima encontró rápido una dueña que le enseñaría todo lo que tenía que saber para ser un buen gato de bruja.


La mamá de Gobolino y su ama bruja, al ver que el pequeño no tenía voluntad de ser malvado y además no reunía los requisitos necesarios para serlo, decidieron abandonarlo en una cueva y es entonces cuando el protagonista de esta historia decide irse en busca de un hogar donde poder ser feliz como gatito domestico. Soñaba con jugar con niños, cuidar del bebé de la casa y dormir al anochecer en el regazo de la madre, al calor de la chimenea. A gusto y ronroneando.

Cuando por fin encuentra un hogar con todo lo que había deseado, la familia lo acoge como uno más y él divertía a los niños soltando chispas por los bigotes, apareciendo y desapareciendo para jugar al escondite… trucos que sabían hacer los gatitos embrujados y qué aunque Gobolino quisiera ser un gato faldero, había aprendido.


Pero una noche escucha un “toc toc” en la ventana, era un duende que le pedía por favor pasar para resguardarse del fríoGobolino al principio duda… pero recordando lo solo y asustado que había estado él antes de encontrar este lugar, le deja entrar.


Ahí comienza el desastre…  el duende entra manchando con sus sucios zapatos el resplandeciente suelo de la cocina y haciendo preguntas algo tramposas descubre que el gatito es en realidad un gato embrujado. Corre como un torbellino para arriba y para abajo, enredando las lanas de una de las labores de la dueña de la casa en las patas de una silla y va lanzando al suelo todo lo que encuentra a su paso. Después se encierra en la despensa. Gobolino muy alarmado intenta sin éxito arreglar el desaguisado, pero el duende no vuelve a aparecer hasta que no se ha comido toda la nata que había guardada en la despensa. Y sin más se fue, dejando al pobre Gobolino con todo el destrozo.


A la mañana siguiente la madre entró a la cocina y escandalizada al verla en ese estado, contempla como en el suelo hay unas letras que dicen: “Gobolino, es un gato embrujado”. El marido que había sorprendido alguna vez al gatito haciendo uno de sus trucos, le dijo a su mujer: “Te lo dije, es un gato embrujado y no sirve para nada. Voy a ahogarlo”.

El pobre gatito al oír esto, salió corriendo de aquella casa…


Después del día de Reyes el librito y el cassette, desaparecieron. Los busqué varias veces sin éxito. No quise decir nada por si me regañaban por haberlos perdido.

¡Entonces lo entendí! :O Mi hermana mayor me había dicho que un duende me lo había dejado debajo del árbol...  ¡Sería malvado! ¡Sería bribón! Ese duende que le había hecho tantas trastadas a Gobolino, se había llevado mi cuento y mi cassette…  

Estuve mucho, mucho tiempo, enfadada con aquel duende… yo qué creía que los duendes eran buenos, qué vivían en los bosques cuidando de plantas y flores…

Pero en la siguiente Nochebuena mi hermana mayor alzando la voz dijo: “¡Ahí va un duende!!” de un brinco me levanté del sofá y entonces miré debajo del árbol ¡y ahí estaban de nuevo!

Volví a disfrutarlos toda la navidad y el siete de enero, de nuevo desaparecieron. Así fue durante años. Cuando aprendí a leer pude disfrutar del todo también del librito, ya no me enfadaba que el duende me lo trajera cada veinticuatro de diciembre por la noche y que al despertar cada siete de enero ya no estuviera.

El último año que el duende me lo dejó debajo del árbol, ya no volvió para llevárselo. Mi hermana, la más mayor, se había ido de casa.




Ahora sé que mi madre corría para ponérmelos debajo del árbol, mientras mi hermana mayor me distraía. Y qué el libro y el cassette llevaba más cuentos, pero no sé por qué solo me acuerdo de Gobolino. No recuerdo ni de leer ni de escuchar ninguno más.

Cuando le conté a mi madre que me hacía ilusión escribir aquí la historia del gatito, pues incluso ahora de mayor cada Navidad me acuerdo de él. Ella me dijo que era el primer fascículo de una colección que vendían en el kiosko.

 Así que me puse a buscar y encontré que la historia de Gobolino en los siguientes fascículos continuaba y no solo eso, sino que todos los cuentos están en audio en youtube. Os dejo aquí los enlaces de todas las partes:





Además he descubierto que en verdad no es un cuento de Salvat sino un libro de la escritora “Ursula Moray Williams” publicado por primera vez en 1942 y que el titulo original es: “Gobbolino, The witch’s Cat”.


** “Gobolino, el gato embrujado” pertenece a la colección Cuenta Cuentos de Salvat, 1986. **

Cada fascículo incluía varios cuentos y un cassette con ellos en audio y un par de canciones.


Salvat decidió comprar los derechos y traer a España esta colección que en Inglaterra había sido todo un éxito, llamándose: StoryTeller.


Las historias de Gobolino tuvieron continuación y nuevas aventuras narradas, esta vez acompañado de su inseparable amigo “el caballito de madera”:  






Todos los capítulos de Gobolino fueron narrados magistralmente por Marta Martorell, quién además fue la voz de la Señora Fletcher (Angela Lansbury en “Se ha escrito un crimen”).






(Estoy muy feliz de tener un lugar donde poder guardar estos recuerdos para siempre).