jueves, 16 de mayo de 2013

Ficciones - Tomás Eloy Martínez





"En las ficciones somos lo que soñamos y lo que hemos vivido, y a veces somos también lo que no nos hemos atrevido a soñar y no nos hemos atrevido a vivir. Las ficciones son nuestra rebelión, el emblema de nuestro coraje, la esperanza en un mundo que puede ser creado por segunda vez o que puede ser creado infinitamente dentro de nosotros..."


jueves, 11 de abril de 2013

Secretos


Me alumbra una luna blanca y cursi,
y estrellas que no existen.
Mientras,
en mi convergen duendes y sirenas
que en voz baja me cuentan sus secretos...

sábado, 23 de marzo de 2013

Pensamientos


 

La esencia del mal, como la del bien, parecen anidar en los sentimientos del ser humano, y perpetuarse en costumbres transformadas en tabúes para la mayoría, a través del poder.

viernes, 8 de marzo de 2013

"Pasos en el agua" Alejandro Ventivoglio/Nedda González



Cada paso sobre el empedrado de la rambla correspondía a una sístole; el intervalo, a una diástole. Ambas perfectamente sincronizadas.
El aire de mar me despeinaba de una manera que podría ser odiosa si no se tratara de ese viento, de ese día, de ese mar.
Todo se combinaba en aquel caminar, en aquellos silencios, en aquel ruido. En aquel alejarse, en aquel adentrarse.
Todo se iba fundiendo en negro, en blanco, al sentir las olas en el cuerpo, en el alma que se evapora, que se eleva. La arena a lo lejos.
Hundirse lentamente. Pensar que la tranquilidad es este dejar de pensar, mientras el agua soy yo.

domingo, 3 de marzo de 2013

Personajes favoritos: Finrod Felagund (El Silmarillion) JRR Tolkien


Finrod fue uno de los grandes señores de los Noldor que tomó parte en las fabulosas hazañas llevadas a cabo durante la Primera Edad o Tiempos Antiguos.
     Hijo de Finarfin y de Ëarwen de Alqualondé, y hermano de la dama Galadriel, mereció como ninguno ser llamado “el Fiel” y “el Bienamado”
     Partió de Valinor hacia la Tierra Media con los rebeldes. Marchó junto a su padre en la retaguardia, contemplando hasta último momento la bella ciudad de Tirion, en la que habían vivido en beatitud durante tanto tiempo.
     A pesar de no haber participado en la matanza de los Teleri (el pueblo de su madre) a manos de los seguidores de Fëanor, quedó atrapado en la “Maldición de Mandos”. Sintió gran dolor por lo ocurrido y, aunque su padre se volvió con un grupo de elfos a Aman donde fueron perdonados por los Valar, decidió seguir el viaje hacia la Tierra Media para acompañar a Galadriel, a su tío Fingolfin y a su gente.
     Una vez que se establecieron en las tierras del norte, levantó la fortaleza de Minas Tirith en la isla de Tol Sirion, entre las regiones de Mithrim y Dorthonion. Construyó los palacios y armerías de Nargothrond en las cavernas cercanas al río Narog, que hizo construir a la manera de Menegroth, la morada del Rey Thingol y Melian la Maia.
     En esta colosal tarea fue asistido por los enanos de las Montañas Azules, que también crearon para él, el Nauglamir, una gruesa cadena de oro con engarces de gemas de Valinor. Los enanos fueron espléndidamente recompensados por sus trabajos, y le agregaron a Finrod el nombre “Felagund” que significa “Señor de las Cavernas”. Ambos pueblos mantuvieron una gran amistad, algo realmente curioso entre elfos y enanos.
     Finrod fue el primer elfo que vio a los hombres después del despertar, bajo las fuentes del río Thalos. Cantó para ellos con un arpa un canto de tanta belleza y sabiduría, que lo confundieron con un Vala. Los hombres lo llamaron Nóm (Sabio) y lo amaron y tomaron por Señor. Él se quedó entre ellos por un tiempo; podía leer sus pensamientos mientras hablaban, por lo cual los comprendía muy bien.
     En la Atrabeth, Tolkien cuenta los diálogos entre Finrod y Andreth, una sabia y vieja mujer, y en ellos se destaca su deseo de comprender la naturaleza de elfos y humanos, de la vida y de la muerte, y del destino final que Eru reservaba para todos.
Amarië, su amada, había permanecido en Aman. Pero durante una conversación con su hermana Galadriel tuvo el presentimiento profético de que no tendría sentido tener esposa, pues nada quedaría para legar a sus descendientes a pesar de todos sus dones y de su inmensa riqueza.
     Porque a causa de la ayuda recibida en la Dagor Bragolach de un hombre llamado Barahir, que lo rescató de una muerte segura, juró que ayudaría a sus descendientes cuando lo necesitaran, entregando su anillo como prenda de honor.
     Por lo tanto, cuando fue convocado por su hijo (que no era otro que Beren) para arrancar los Silmarils de la corona de hierro del mismísimo Morgoth, accedió, sabiendo que esta aventura lo llevaría a su fin.
     Renunció al reino en medio de la desaprobación de la mayoría de su pueblo, enemistándose con los hijos de Fëanor a causa de los Silmaril. Partió hacia la tenebrosa Angband acompañado por sólo diez fieles compañeros a quienes vio morir uno a uno en las lóbregas mazmorras de Tol Sirion, renombrada por el poder oscuro como Tol-in-Gaurhoth.    
     Se enfrentó a Sauron, lugarteniente de Morgoth, con cantos de gran poder. Pero fue vencido cuando éste, para quebrarlo, invocó la matanza entre los hermanos.
     Por último, para defender a Beren, se soltó de sus ataduras y peleó con un licántropo al que mató con sus propias manos, pagando esta hazaña con su vida.
Beren y Lúthien lo sepultaron en la colina de su propia isla (ahora limpia) en una tumba que permaneció siempre verde e inviolada, hasta que la tierra se quebró y se hundió bajo el avance de los mares.
     Además de valor, poseyó un profundo sentimiento de amor y piedad hacia todas las criaturas. Fue poeta, filósofo y guerrero, y el más interesado de todos los elfos en todo lo que fuera conocimiento.
     Y se dice que aún pasea bajo los árboles de Eldamar, junto a  Finarfin, su padre...
    

martes, 26 de febrero de 2013

Jacintos negros


Brotaron jacintos negros
de mis dedos ateridos...
De tanto estar a tu sombra,
mi amor se volvió sombrío.