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viernes, 14 de junio de 2013

Hoy

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Ilustración: Sara Morante

 

Hoy quise que Congo me quisiera como aquella vez que me quiso en el pasillo de su casa. Llevaba puesto aquel vestido rojo que me sentaba tan bien [hoy ya no me sirve, desgraciadamente]. Y no me dio ni tiempo a que me lo quitara.

Hoy, después de comer, le pedí a Congo que me quisiera así, como aquel día. Y Congo, también me recordó aquella otra vez, en el pasillo de mi casa. Llevaba puesto el pantalón negro, que me hacía tan delgada, y la camiseta morada con listas naranjas.

Hoy,
con mi necesidad
y su deseo,
nos quisimos,
como antes,
llenos de prisa,
como si nuestro amor
fuera a terminarse
mañana por la mañana.

 

miércoles, 3 de abril de 2013

En tierras altas


Foto Aldabra: Parque Nacional de Cabañeros

En las tierras altas me siento muy frágil y vulnerable, a pesar de que todo allí es belleza en estado puro: las cumbres, el cielo tan cercano, la vegetación, las aves, los animalillos, las flores que sólo crecen en esas altitudes...
Me asusta y me impresiona sentirme tan sola, tan pequeña, tan lejos de todo y de todos, enfrentanda a mi yo más profundo y oscuro.
Pero es así como tiene que ser.

Ni siquiera le cuento a casi nadie que voy allí arriba cuando no encuentro ota salida. No todo el mundo comprende que, a veces, el mundo a ras de suelo, sobrecoge el corazón y lo aprisiona tanto, que el único modo de que la presión disminuya es subir y subir, todo lo que soy capaz, hasta esas tierras agrestes que ya reconozco como viejas amigas.

Sólo Congo sabe de esos viajes porque sólo él tiene la paciencia y la templanza de esperarme con la misma confianza de antes de partir.


   

jueves, 28 de marzo de 2013

Hay noches que sueño ser

 

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la pintura es de Mikhailov Eugene y la encontré aquí

Regresé de las tierras altas con un ramo de lilas en las manos. Al llegar a casa se lo ofrecí a Congo con una sonrisa inocente en la cara. Él me agarró por la cintura, acercó su boca a mi oído y me susurró:

“La próxima vez iré contigo.”

Mientras ponía las flores en un jarrón y lo llevaba hasta la mesita de noche, le conté como eran las tierras altas, como en la pradera donde recogí las lilas también había dientes de león y olía el aire a hinojo.

También le describí, como en una gran charca que había en una hondonada, se oían croar a las ranas y como toda la naturaleza que me rodeaba, cantaba una melodía armoniosa.

Al terminar mi relato, me di cuenta de que mis botas estaban marchadas de barro y me descalcé. A continuación me desnudé despacito delante de él, dejando caer mi ropa al suelo, en un montón desordenado.

Los ojos devotos de Congo me infundieron confianza, y con un gesto travieso me pellizco con suavidad el moflete y me dijo:

“Venga, corre, vete a la ducha que te vas a resfriar.”

 

sábado, 23 de febrero de 2013

Antes del poema tonto de viernes

 

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Poema tonto de viernes

 

Rosa y Andrés estaban apurando los últimos minutos antes de irse a la cama. Ella tejía un jersey de lana marrón mientras medio escuchaba el programa que estaban poniendo en la tele. Andrés estaba tonteando con su tablet.

- Mira, ¿a qué te gusta?

En la pantalla de la tablet se veía a una chica guapísima, desnuda de cintura para arriba, sosteniendo un corazón rojo entre las manos que decía en letras blancas: I love you.

- ¿Y dices si me gusta? Bien sabes que me parece una horterada.

- Por eso te lo digo, tonta.

Siguieron cada uno a sus cosas. Rosa apurando las últimas vueltas y Andrés apurando sus últimas fotos y actualizaciones en su tablet.

- Bueno, yo ya me voy para cama, cariño – dijo Rosa metiendo la labor en la bolsa.

- Y yo también, estaba esperándote.

Recogieron y apagaron luces, camino del dormitorio.

Andrés ya estaba en la cama y Rosa todavía seguía trasteando por el baño. Que sí un pelo de una ceja, Que si una espinilla. Que si un pelo de una pierna. Que si la crema de los talones…

Y de repente se le ocurrió.

Cogió un pintalabios rojo y se pintó un corazón entre los pechos. Bien grande. Apagó la luz del baño, y satisfecha y sonriente se metió en la cama.

Se colocó sutilmente sobre el cuerpo desnudo de Andrés y se incorporó un poco para que la luz de la mesita de noche iluminara su gran corazón rojo. Como no podía ser de otra manera, Andrés lo vio y los dos se pusieron a reír a carcajadas por la ocurrencia.

Y…

viernes, 15 de febrero de 2013

Poema tonto de viernes

















la imágen de aquí


todavía tengo pintado un corazón rojo en mi pecho.

me lo dibujé ayer por la noche con un rotulador
para reirme de mi inocencia,
de mis luchas infructuosas contra el mundo,
y para que Congo también se riera al verlo,
cuando viniera a la cama.

¡y cuánto nos reimos después los dos juntos
cuando lo descubrió!






domingo, 11 de noviembre de 2012

Seis versos



tus besos de otoño, Congo,
al amparo del calor del edredón,
no son, tal vez, los más ardientes,
ni los más apasionados,
pero tienen la delicadeza del hojaldre
deshaciéndose capa a capa.




jueves, 13 de septiembre de 2012

No es una locura

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No pintaré corazones rojos en las paredes de piedra,
con tu nombre y el mío enlazados.

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No escribiré tampoco frases rimbombantes,
que loen lo mucho que significas para mí.

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Ya no somos unos niños.

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Mientras tú recorrías miles de kilómetros por países lejanos,

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yo aprendía a quererme a mí misma,
gastando con tesón las suelas de mis botas,
por la tierra que me vio nacer.

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Hasta llegar a ti, único camino.

 

Y así declaro:

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Yo Aldabra,

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te quiero a ti, Congo,

 

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desde mi edad madura,

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con la misma pasión e inocencia de aquellos años jóvenes
que ya no volverán.

 

Fotos: Aldabra
Lugares: Embalse de Entrepeñas, Museo de la automoción de Cifuentes, Jaca, BMW riders Formigal 2012, de regreso de Jaca, por aquí y por allí…

 

lunes, 26 de diciembre de 2011

Luces y sombras




Algunos días al año, cuatro o cinco, incluso puede ser que alguno más, todo depende de las estaciones y los ciclos de las mareas, Congo se enfurruña consigo mismo.
Y construye una línea infranqueable ente los dos.
Ni se acerca.
Ni deja que me acerque.
Y atrás quedan los días de risas y abrazos.
Paciente, sólo puedo esperar a que él de el primer paso para volver a mi lado.
Le dejo su espacio para que pelee a solas con sus demonios.
Aguardo hasta que me eche de menos con tanta fuerza, que sienta que sin mis besos y mimos, todo es gris y tedioso.
A veces el tiempo que tarda en regresar se me hace interminable.
Otras veces su vuelta es más rápida y sencilla.
Paciente, sólo puedo esperar a que él de el primer paso para volver a mi lado.
No tengo prisa.
Nunca tengo prisa.

[Aínda que neses intres non poda deixar de sentirme como unha faragulliña]


Espero.




La fotografía me la envió un día Congo, con un correo electrónico que decía:

- Mira, así somos tú y yo.




domingo, 27 de noviembre de 2011

Más cine, por favor

 

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tóca [me] la otra vez, Congo

- Usted le trae mala suerte

- Tócala Sam, déjame recordar

- No sé a qué se refiere

- Tócala Sam, toca El tiempo pasará

- Se me ha olvidado esa canción, no recuerdo la melodía

- Te la recordaré

[Ella empieza a tararearla y Sam comienza a tocarla]

- Cántala Sam

lunes, 14 de noviembre de 2011

Espinas

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Deliciosa rutina.

Días que pasan sin sobresaltos
con la suavidad de una pluma que aterriza en la hierba,
después de un viaje azaroso en brazos del viento loco que nos azotó este fin de semana.

Dormir a pierna suelta en el sofá mientras los rayos de sol inundan la estancia
aromatizada por el olor a comida reciente. A fuego lento.

Truchas rellenas de jamón serrano.
Berenjenas rellenas gratinadas con queso.
Langostinos al horno.
Ensaladas variadas.
Alvariño fresco.
Tarta de queso.

Delicioso festín.

Ron toqueteándome en las piernas como un niño travieso para que le tire un juguete, para que le suba a mi regazo, o al sofá. También él ansía el sueño amoroso, las caricias en la tripa de pelo rizado. Su pequeño cuerpecito de tres kilos se infla y se desinfla acompasado en cuanto se rinde al cobijo de mi cuerpo.

Deliciosa respiración.

[Ahora entiendo mejor que nunca porque los animales se emplean en muchas terapias]

Y Congo,
y Senia,
los dos tan cerca de mí pero con sus propias historias.

Y tejer, y coser, y leer y recordar…
recordar Lanzarote, tan reciente todavía.

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Deliciosa serenidad,
a pesar de las espinas del camino.

 

 

Simple things, que diría Zeltia

Las fotos las hice en el Jardín de Cactus de Lanzarote

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sábado, 5 de noviembre de 2011

Haciendo balance

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No me engaño a mí misma, ¿para qué?
Ahora tengo ya casi cuarenta y nueve años [gasté ya más de la mitad de mi vida, seguro], y soy perimenopáusica. Tengo sofocos, a pesar de la soja, y duermo mal por las noches.
Tengo cinco lunares nuevos en la espalda y algunas manchas oscuras en la piel de las manos.

Tú tampoco eres el mismo: menos pelo, más pereza.

Tantas palabras para explicar que la pasión, conforme pasan los años, termina por apaciguarse.

A veces no puedo dejar de echar de menos aquellas tardes noches amorosas de cortinas descorridas, escondidos en tu casa bajo el nórdico de manzanas verdes. 

Es verdad que ya no es como antes, pero ¿sabes qué, Congo? Dentro de mí, de mi corazón, tú sigues siendo el mismo trol de mis primeros versos , aquellos en los que yo era una princesa encerrada en la torre de un castillo. Y tú siempre me rescatabas.

 

No es necesario que todo sea como antes. ¿para qué?
Todavía hacemos planes para emprender nuevos viajes, y reímos.
Reímos mucho.
Y dormimos abrazados.

 

…………………………………………………………………..

La foto la hice este verano en esta tienda tan curiosa de moda y complementos:
Tarabela, en A Coruña

 

 

lunes, 29 de agosto de 2011

Cosas que hacen que la vida valga la pena

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Sólo tengo que pensar en uno de los momentos y después, escribir.
Así recuerdo:

 

Mientras tecleo notas silenciosas
sobre el vientre de Congo,
con las yemas de mis dedos,
él ronronea, ronronea,
y finalmente se adormece,
pegado a mi cuerpo desnudo.

 

índice

Imagen de la película Cosas que hacen que la vida valga la pena

Ana Belén y Eduard Fernández

martes, 2 de agosto de 2011

Laurel

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Cocí las patatas con el laurel que recogimos juntos.

Al terminar de comer, Congo me dijo: Las patatas de hoy sabían diferentes.

Y yo le contesté: es que les añadí el laurel.

Separó la silla con cuidado y se levantó de la mesa.

Ron salió de su casita y lo siguió.

No le pregunté nada. Sólo me limité a esperar.

Pasaron dos minutos. Tal vez tres.

Sonó mi teléfono móvil encima de la mesa.

Era Congo. Me llamaba desde la habitación.

No contesté. No era necesario.

 

 

¿Quieres visitar la página de Vetusta Morla?

martes, 26 de julio de 2011

Puntos y apartes

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Cuento las grapas en el vientre de Congo.

Trece grapas crueles. Una detrás de otra.

Y después, cuando ya han desaparecido, cuento los agujeros en la piel.

Veintiséis puntos dolorosos. Uno enfrente de otro.

Acaricio despacio la cicatriz, con respeto.

Y no me atrevo a besar la piel tantas veces antes besada.

Huele a tiempo de espera. Y carne fresca.

Nuestros cuerpos [que todo lo saben], ya no se atraen como antes, saben que hay que dejar que cure la herida.

Y esperan, pacientes, la pasión que ha de volver.

 

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Mientras tanto, Congo y yo, paseamos con Ron y admiramos, serenos, el mundo que nos rodea.
Y recogemos laurel para aderezar los guisos en el invierno.

 

viernes, 6 de mayo de 2011

Unplugged




la imagen es de iratxe lópez de munáin


Es como si estuviera despertando de un letargo,
o mudando mi piel de serpiente doméstica.
Es como si un interruptor dentro de mí se hubiera apagado.
Es como si no supiera por dónde empezar,
o como si el mundo se me pusiera por montera y me abrumara, y me abrumara, y me abrumara, y me abrumara.
Y por unos instantes, o por unas horas, me arrebujo en una esquina de mi propio cuerpo y me vuelvo pequeñita. Muy pequeñita. Como antes.
Y sin querer me invade el cansancio, las pocas ganas.
Apenas me reconozco.

¿No sentís a veces como si vuestra vida se detuviera?
Y os falta la energía.
El aire.
Hasta que sucede algo,
o alguien hace un chasquido de dedos.
Y ¡zas!,
otra vez vuelve a funcionar el motor.
Eso es Congo para mí.

Sólo Congo, con sus pociones prodigiosas y sus polvos mágicos, cual aprendíz de mago, puede obrar el milagro de-volverme a la vida, que por descuido, casi se me escapa sin darme cuenta.


martes, 26 de abril de 2011

A todo Gas

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A veces me enamoro de unas ilustraciones a primera vista.

[como estas de Gemma Aguasca Solé, que he descubierto gracias a Belén, del blog Belén in red].

Y cuando sucede, sé que tengo que escribir algo para ellas.

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Normalmente las palabras ya están en mi cabeza,

esperando simplemente a que tenga un momento para encajarlas todas, junto a las imágenes.

clip_image005Y se produce el milagro,

[el mío].

Y caen todas las letras una a una.

Y se forma mi pequeña historia, mi cuentoclip_image006:

mujer tormenta
Hoy quería hablaros de nuestra semana santa.

Días sin atascos, sin prisas.

 

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Senia volvió a casa de Coruña, muy cansada
pero con sus buenas notas recién estrenadas.

 

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Los tres, Congo, Senia y yo, disfrutamos de estos días de relax, a cubierto, porque cayó alguna que otra tormenta.

¡Como disfrutó Congo con los rayos y truenos mientras yo gritaba, parapetada en el pasillo!

 

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Por fin [ayer a última hora] pude terminar el libro que tenía entre manos “Pasiones romanas” de María de la Pau Janer
Se me estaba resistiendo porque no encontraba el momento de ponerme a terminarlo.

 

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Se deja leer bien pero la historia me pareció como demasiado encajada a presión.
Muchas casualidades para un libro solo.

 

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Uno de los días en que la lluvia nos dio una tregua
Congo y yo salimos a dar un paseo. Y Congo [generoso y gentil] me invitó a una milhoja de merengue.

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El merengue siempre me pone muy dulce.

Y quiero a Congo todavía más

[si eso fuera posible].

 

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Y me entran ganas de bailar un tango, bien agarraditos.

 

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Congo hizo una escapada [él solito] en la moto.
Yo me quedé en casa, teje que teje.
¡Ya sentía ganas de terminar el jersey que tenía entre manos!

[es para Senia y para , como buena madre y buena hija que somos, compartimos algunas cosillas de ropa].

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El domingo preparé pulpo á feira [de Camariñas el pulpo y sin patatas ].
Senia tenía muchas ganas de comerlo pero las dos nos pusimos muuuuuuuuuuy contentas porque estaba muuuuuuuuuuy bueno.
A Congo también le gustó mucho pero él no es tan escandaloso y efusivo como nosotras. Es que Senia y yo somos un poco payasas, ya lo sabéis.

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Y ¡cómo no!, Senia y yo también aprovechamos estos días para estar con las amigas.
A L. hacía mucho tiempo que no la veíamos
Nos dimos un abrazo muuuuuuuy grande.

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Pero todo lo bueno se termina.
Y Senia, mi princesa, se volvió ayer a Coruña.

Pero eso no está tan mal del todo, porque lo que está por venir siempre será mejor
[es lo que hay que pensar].

Y además, pronto volveremos a estar juntos.

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Congo y yo volvimos a quedarnos solitos en amor y compañía,
preparando [casi] las maletas para el jueves.


¡Nos vamos de excursión! Sí sí.

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Pero esta vez no os contaré nada hasta la vuelta,
¿me esperaréis?

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Mientras regreso, prometo dejaros un relato que se titula “Rebeca”.

 

Y eso es todo amigos.
Recordad que:

Todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

Y que en un par de días espero poder pasarme por vuestros blogs.
Estuve muy perezosa con la “internete”  y me desconecté totalmente.
Perdonar mi retraso.

 

Biquiños agarimosos [besitos cariñosos] a discreción,
Os quiero.

sábado, 5 de marzo de 2011

Una tarde de sábado para recordar

 

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Senia todavía no había visto el coche nuevo así que salimos las dos rumbo a La Frouxeira para dar un pequeño paseo, disfrutar un poquito del sol y por el camino, empaparnos del olor a nuevo. ¡Como me gusta!

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Estos “paisaniños, como nosotras, también salieron a disfrutar de la tarde.

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Y es que no era para menos. Mirar, mirar si no…

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Los más intrépidos se aventuraron a hacer surf, aunque no había muchas olas.

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Esta pareja, tomaba fotos, como nosotras, que también nos llevamos la cámara.

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Para muestra un botón.

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O dos.

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O de dos en dos.

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¡Que pena tener que marcharnos!

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Daban ganas de bañarse ¿verdad? A este rincón de la playa se le conoce como Playa pequeña. Pero no penséis que está siempre tan tranquila… ni hablar. Hay días en que no queda casi ni playa de lo grandes que son las olas.

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Pero hoy todo era relajante… Y hablamos del futuro, de sus expectativas, de los amigos, de los disfraces (estamos en Carnaval), de en qué colectivo quiere hacer sus prácticas…. yo la veo en Menores pero ella será la que decidirá en última instancia...


Sólo faltabas, tú, Congo.
Aún cuando estoy bien, te echo de menos.