Hoy mi espacio se cubre con unos versos que no me pertenecen, pero se hicieron para mí. María, sin darse cuenta fue llenando el cofre de mis tesoros con sus pequeñas joyas. Al engarzarlas he conseguido un rosario de piedras preciosas. La conocí siendo una tímida cereza, ahora se presenta ante mí con la sensualidad perlada en su boca.
La música que acompaña su blog nos invita a leerla envuelta en una aura de serenidad.
Llegó y en mí se quedó.
Gracias, María.
Una locura que grita entre gemidos, que no se puede callar,
que golpea los cristales en las mañanas para despertar de los tiernos sueños,
que acelera el pulso y los latidos del corazón, que se hace verbo entre los
labios y conjugación en los cuerpos, provocado por el amor y la desenfrenada
pasión.
Profunda mirada que hipnotiza hasta las entrañas, que
desnuda la piel del deseo vistiéndose entre ella, que bebe a sorbos de sus
poros, que saborea la inmensidad del placer, entregada, ofrecida, palpitando,
deseosa de ser suya, encendida a fuego vivo, despojada de sus ropas, y vestida
con el velo del placer...
Entre las sábanas los dos cuerpos se elevan hacia el mismo
paraíso, no hay más placer que ser sábana entre la sábana de su piel, y manta
de calor para su cuerpo.
Y el canto de sus cuerpos era música celestial para el
placer del deseo, y sus caricias se envolvían entre las sábanas de sus pieles,
y sus manos era instrumentos de percusión para componer la música del amor.
MARÍA S
Ingresada en la prisión de tu cuerpo, sometida al antojo de
tus deseos, al delirio del placer, a la curvatura que dibujas con tu lengua
sobre el arco de mi cintura, me arrancas la piel desnudándome a mordiscos con
tus dientes, para ser fuego en tu prisión, y cenizas en tu infierno...
Consentida en los ojos de tu vida, en la muerte permitida,
en la voz que arrulla tu alma, consentida en la pasión que abriga tu palpitar.
Dominada entre tu cuerpo, entre el deseo y la pasión, abrigada entre la luz de
tus ojos.
Deja que tu cuerpo sea mi laberinto para perderme entre tu
cuerpo y bucear entre tu piel, deja que mis latidos se entremezclen con mis
gemidos, que mis ganas sean el puente hasta tu universo, que la almohada sea mi
sueño hecho realidad.
Tatúame de caricias, grábame en mi piel con tus labios tu
nombre, no me sueltes en este baile consentido, quiero rodar en tus brazos, en
nuestra melodía consentida, liberándome en el placer más intenso, entre las
caricias de tus susurros que me tocan y me provocan.
Caricias plasmadas entre letras, sobre el silencio de la
noche, latidos desbocados sin rumbo y sin sentido, gritan los gemidos a la luz
de la luna.
MARÍA S.