Arusha, una imagen para el recuerdo.
Mi alma no es una estación, sólo un apeadero donde las hierbas y rastrojos crecen hasta esconder esas dos líneas de hierro que nunca llegan a juntarse. Pero a veces, la vida te regala tiempo, el justo para ir, vivir y volver a contarlo. Y somos lo que somos, los olores y las imágenes que obtuvimos en el camino y que se perpetúan en nuestro recuerdo. Una segunda juventud, que, al igual que la primera, exige exaltaciones que se acomodan y estallan en esta nueva etapa tan parecida a una virginidad repentinamente rota. ¿ Habrá trampa en todo esto? Sé que algunos se resisten ferozmente a esta experiencia, pero curiosamente, a veces, la emoción te estalla en plena cara, iluminando ese apeadero en donde últimamente ni los mercancías se paran. Arusha, Mayo 2012