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Gótico botánico: Cuentos de un verdor perverso

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Una selección de relatos de horror que muestra lo más oscuro del mundo vegetal. Una antología que reúne a nombres como Roald Dahl, Eudora Welty o H.P. Lovecraft.

Orquídeas sanguinarias, bosques enteros que se rebelan contra quienes los masacraron, setas tan bellas como venenosas, robles majestuosos que se convierten en la reencarnación del hombre de la casa, maravillosas enredaderas que reviven espantosos fantasmas del pasado, máquinas rudimentarias que permiten registrar el terrible sufrimiento de las plantas maltratadas, árboles solitarios que señalan el mismísimo umbral a un mundo pesadillesco? Un verdor siniestro recorre la literatura de los siglos XIX y XX y nos recuerda que las plantas, seres fascinantes y misteriosos, benéficos y letales a la vez, encarnan la otredad en forma de monstruo silencioso, al tiempo que padecen los efectos de la avaricia que lleva al ser humano a usurpar y destruir sin compasión aquellas formas de vida que, reducidas a materia prima, pueden generar riqueza.

Gótico botánico es un catálogo de historias del mundo vegetal más fantástico, que incluye a autores tan destacados como M.R. James, Richmal Crompton, H. P. Lovecraft o Roald Dahl, y que permite, además, descubrir las inquietantes creaciones de escritoras pulp como Mary Elizabeth Counselman, Maria Moravsky o Eli Colter. A partir de ahora, el verde será el nuevo negro.

392 pages, Hardcover

Published October 28, 2024

About the author

Nathaniel Hawthorne

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Nathaniel Hawthorne was a 19th century American novelist and short story writer. He is seen as a key figure in the development of American literature for his tales of the nation's colonial history.

Shortly after graduating from Bowdoin College, Hathorne changed his name to Hawthorne. Hawthorne anonymously published his first work, a novel titled Fanshawe, in 1828. In 1837, he published Twice-Told Tales and became engaged to painter and illustrator Sophia Peabody the next year. He worked at a Custom House and joined a Transcendentalist Utopian community, before marrying Peabody in 1842. The couple moved to The Old Manse in Concord, Massachusetts, later moving to Salem, the Berkshires, then to The Wayside in Concord. The Scarlet Letter was published in 1850, followed by a succession of other novels. A political appointment took Hawthorne and family to Europe before returning to The Wayside in 1860. Hawthorne died on May 19, 1864, leaving behind his wife and their three children.

Much of Hawthorne's writing centers around New England and many feature moral allegories with a Puritan inspiration. His work is considered part of the Romantic movement and includes novels, short stories, and a biography of his friend, the United States President Franklin Pierce.

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Profile Image for Julio Bernad.
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November 11, 2024
Gótico botánico: cuentos de un verdor perverso -titulazo- reúne un total de 18 cuentos que tiene por protagonista o decorado al reino vegetal, un conjunto de organismos con los que compartimos -y a los que debemos- nuestra vida y sobre los que nos paramos a pensar muy poco; pero que si, al igual que un servidor, habéis dedicado largas horas de vuestra vida confeccionando herbolarios y clasificando especies según tipo de hoja o flor ya sabréis lo extraños y fascinantes que son. En este aspecto hace especial hincapié el excelente y muy sugerente prólogo de Patricia Esteban Erlés, que achaca a esa "otredad" la fascinación que este grupo de seres vivos han generado en mujeres y hombres sensibles con la suficiente curiosidad como para reparar ellos. Así, esta antología utiliza a las plantas como alegoría o manifestación vicaria de la personalidad de los personajes, como amenaza sutil o como posible responsables holocausto vegetal, como un remanente del paganismo o como herramientas para confeccionar un seminal alegato ecologista. No hay ningún relato que no se ajuste al tema propuesto, pese a haber relatos de principios del siglo XIX y otros extraídos de páginas del pulp, ni ninguno que ofenda. Eso sí, esta antología no está al nivel de la anterior, Solsticio siniestro, y no lo está más por culpa de los nombres más conocidos que por los autores descubiertos.

Los relatos incluidos en la antología son los siguientes:

El experimento del doctor Heidegger de Nathaniel Hawthorne (***): el doctor Heidegger, anciano hombre de ciencia, reúne en su salón a sus igualmente ajados allegados para compartir con ellos unas gotas del elixir de la efímera juventud. Una alegoría moral, lo habitual en Hawthorne.

Wood'stown de Alphonse Daudet (****): los pioneros de Wood'stwon fundaron su comunidad en la ribera de un rio, y para ello arrebataron terreno al bosque para establecer sus hogares y prosperar. Sin embargo, el bosque no piensa ceder sus recursos o espacio sin pelear. Un alegato ecologista en que la naturaleza indómita se impone.

La glicinia gigante de Charlotte Perkins Gilman (***): unos amigos alquilan una casa en la que aconteció un antiguo y luctuoso episodio del todo desconocido para ellos. Cuando llegan a la casa, lo primero que les llama la atención es la enorme y frondosa glicinia que recubre las paredes de la casa, vinculada a este misterio, y que ejercerá una influencia malsana sobre los personajes. Al igual que en El papel pintado de amarillo, Gilman expone sus ideas feministas, aunque de manera menos sutil en esta ocasión.

El terror púrpura de Fred Merrick White (***): tras la independencia de Cuba, un oficial del ejercito, aficionado a la botánica, queda a cargo de transportar un mensaje a otro punto de la isla. En la víspera de su travesía sus hombres y él sufren un altercado con los locales en una taberna, en la que el protagonista no solo se ganará un enemigo sino que descubrirá también una interesante variedad de orquídea. Pese a ser escrito por un británico a finales del siglo XIX, se advierte cierto regusto pulp.

La rosaleda de M. R. James (***): la señora de la casa está empeñada en retirar un poste de madera de su jardín para plantar una rosaleda. Pese a las recomendaciones del jardinero y su marido, la señora insiste. Luego de una conversación con su vecina descubrir�� la historia de aquel poste de su jardín. Sinceramente, hubiera elegido antes El fresno que este relato si había que incluir a James en esta colección.

La amanita mortal de Eli Colter (****): un escritor en busca de nuevas historias, acicateado por las palabras de un colega, se interna en la espesura en busca de una cabaña de madera en la que, según su amigo, habita un hombre al que muchos otros antes han intentado entrevistar sin lograr sacarle ni una palabra.

El roble de Richmal Crompton (****): el protagonista visita a su desafortunado amigo. Ingeniero de profesión, siempre se le adelantan a la hora de patentar sus inventos revolucionarios. Ahora que acaba de sentar la cabeza parece que la vida le sonríe, aunque su joven esposa tenga costumbres algo heterodoxas, como la de colgar guirnaldas y rendir culto al venerable y nudoso roble de su jardín. Algo que, lejos de tener que preocuparle, debería de agradecer.

La guerra de la hiedra de David H. Keller (****): en un pueblito de Estados Unidos se está dando un suceso extraordinario. El borracho del pueblo jura ante el alcalde que algo que se guarece dentro de un agujero en el pantano se ha comido a su perro. Mientras tanto, un botánico explica a los parroquianos del club local su extravagante teoría sobre la posible caída de las civilizaciones maya y khmer justo antes de que un aventurero británico le traiga las pruebas que ratifiquen su hipótesis: la guerra de la hiedra está a punto de comenzar. Creo que es lo mejor que he leído de David H. Keller; puro pulp.

Pensamientos verdes de John Collier (****): un aficionado a la botánica ha recibido una nueva variedad de orquídea gigante muy curiosa, con unas extrañas protuberancias que remedan la cabeza de una mosca. Un día, el gato de su prima desaparece en el invernadero, y una nueva protuberancia, de mayor tamaño y con una forma inquietantemente familiar, aparece en el tallo de la orquídea. Delirante, pero con un humor negro que lo hace irresistible; hasta el final, que es realmente terrorífico.

El árbol de la colina de Howard Phillips Lovecraft y Duane Weldon Rimel (**): un hombre acude a una región estéril de muy mala fama donde no crece nada; nada, a excepción de un árbol se eleva solitario en una colina. Fatigado por la caminata, se tiende bajo su sombra hasta caer dormido, pero su sueño, lejos de reconfortarle, está poblado por horribles pesadillas. Cuando el protagonista relata su experiencia a su amigo, éste le contará una siniestra profecía. Creo, sinceramente, que la mano de Lovecraft en este relato se reduce al planteamiento, la premisa o la sugerente imagen inicial y/o final, porque el toque evidente amateur, muy en la línea de los primeros trabajos de Robert Bloch, produce más ternura que terror.

El jardín de Adompha de Clark Ashton Smith (****): el rey Adompha, con la ayuda sobrenatural de su nigromante de confianza, ha diseñado un perverso jardín particular en el que utiliza por esquejes partes anatómicas de sus enemigos, adversarios políticos, detractores o amantes. Un día, el rey considera que quizá haya depositado excesiva confianza en el mago. Este es uno de mis relatos favoritos de Klarkastón.

Una cortina de follaje de Eudora Welty (***): una viuda supera la pérdida de su marido dedicando todo su tiempo a su frondoso y exuberante jardín. La ironía es que su marido perdió la vida al ser aplastado por la rama de un árbol. Salvo por lo bien escrito que está, poco más hay puede decirse de este relato, con diferencia el más pedestre del conjunto.

La victoria de los hermanos verdes de Maria Moravski (****): una jubilada trabaja como horticultora itinerante en Miami al lado del enorme vivero de su vecino, el viejo Roy Taber, que ha desarrollado un vínculo muy especial con sus plantas. Pronto el idilio vegetal en que vivía el anciano se verá amenazado por los especuladores inmobiliarios, que quieren acabar con su vivero para construir chalets de lujo junto al mar. Sin embargo, estos promotores tendrán que cuidarse, y mucho, de sus hermanos verdes.

La máquina del sonido de Roald Dahl (****): un científico desarrolla un transistor para escuchar las frecuencias más altas e inaudibles para el ser humano. Este artefacto le descubre todo un nuevo mundo sonoro, un mundo muy, muy siniestro.

El Jardinero de Margaret St. Clair (****): hay personas que se ven afectadas por la perversidad, que por ostentar algo de autoridad cometen actos deplorables a sabiendas solo porque pueden hacerlo. Tal es el caso del director de la Oficina de Conservación de Flora Extrasistémica, que acaba con una especie de árbol de la que solo quedan cuarenta ejemplares en todo el universo para confeccionarse un bastón. Sin embargo, su profanación tendrá consecuencias implacables y sangrientas.

La esposa del árbol de Mary Elizabeth Counselman (****): en el enésimo enfrentamiento entre Capuletos y Montescos sureños de la ficción, el joven pretendiente es asesinado a sangre fría por el padre de la novia justo cuando iban darse el sí, quiero. El cura encargado de oficiar la boda, para que la joven proyecto de viuda, embarazada para más inri, no continúe su vida en el oprobio, la desposa con el árbol junto al que se erigirá la sepultura de su marido asesinado. Desde ese momento, el árbol velará como esposo y como padre.

Un lugar en el bosque de August Derleth (**): en un lugar apartado en el bosque que rodea a la granja de su abuelo, unos chiquillos perciben ruidos e imágenes amenazantes de algo que mora ahí, algo muy antiguo y que fue adorado... con sacrificios humanos. Aún no he encontrado un relato de Derleth que me guste del todo, y eso que siente el mayor de los respetos por su figura y labor.

Y una niña pequeña de Zenna Henderson (***): durante la temporada de picnic, la anciana protagonista se encarga de ayudar a los grupos de padres con su prole durante las actividades. De entre todos los chiquillos de ese año, destaca una chiquilla con una gran imaginación, pues dice que las colinas no son tales, sino que son grandes animales agazapados, cubiertos por un tupido pelaje verde. Hay cierto toque Bradbury, aunque, sinceramente, hubiera disfrutado más de la historia si la hubiera escrito Bradbury.
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