En los días previos a la Revolución Francesa, París aún parece una fiesta para los nobles: a pesar de la preocupación que les causa que ese modo de vida acomodado y particular que llevan adelante estalle por los aires, los bailes y las recepciones se suceden como si lo que acontece solo pudiera pasar a lo lejos, en otro país, a los otros.
Sandrine Valois, la cortesana más famosa de París, vive como una noble sin ser noble; accede a los lujos y a las celebraciones, a las veleidades y a las intimidades de alcoba. Sin embargo, aunque su origen humilde no va a salvarla de la ira del pueblo en armas, sus conexiones tampoco van a cobijarla para que no corra riesgos. De esa posición incómoda de Sandrine es de la que se valen los revolucionarios, abanderados por Robespierre, para exigirle que revele los secretos de alcoba de la nobleza, para que intrigue en favor de la revolución en ciernes. Después de la Toma de la Bastilla, con el pueblo en la calle, con la venganza de un militar al que ha rechazado, con la demanda de Robespierre que la asfixia, Sandrine sabe que debe huir de Francia. En esa fuga se topará con Roderick MacAllister, que intentará ayudarla a escapar.
Muchas gracias Editorial Vestales por el ejemplar.
Esta novela nos sitúa en el año 1789, en plena Revolución Francesa. Es en ese contexto de revuelta, incertidumbre e inestabilidad es donde conocemos a una mujer llamada Sandrine Valois. Pero no se trata de cualquier mujer sino de la cortesana mas famosa de París. En aquella época eran llamadas cortesanas aquellas mujeres entrenadas en las artes del amor que ofrecían servicios sexuales o simplemente de compañía a hombre de altas jerarquías. Lo que las caracterizaba era que no se trataba de mujeres con escasos recursos o de condiciones precarias, sino mujeres refinadas y poseedoras de grandes riquezas en ocasiones.
Ellas eran contratadas por aquellos hombres que solicitaban sus servicios a cambio de una suma de dinero. Algo que se destacaba en estas mujeres era que ellas siempre tenían la última palabra. Eran ellas quienes decidían si aceptaban o no a un caballero y hasta que punto iba el acuerdo. Era todo un honor para un hombre que ella hiciera un acuerdo con él y aceptara acompañarlo a un evento social o en el mejor de los casos compartieran cierta intimidad. En París, Sandrine es la cortesana mas famosa y deseada por todos los hombres. Es una mujer de una belleza única, refinada, rica y muy poderosa no solo sobre los hombres sino dentro de la misma sociedad parisina. A pesar de sus humildes orígenes, esta postura tan favorecedora hace que gane un lugar en los rangos mas altos de la sociedad y cuente por lo tanto con información muy detallada sobre asuntos que podrían afectar a la misma revolución.
Sandrine comienza a ser presionada para soltar esa información a la vez que uno de sus amantes comienza a tener una cierta obsesión con ella y a acosarla de un modo peligroso.
Pronto la revolución estalla en Francia y se ve obligada a huir, es en ese escape donde su camino se cruza con el de un misterioso hombre que aparece de repente en su camino como caído del cielo, salvándola de una situación comprometida...
Apenas comencé a leer esta novela pude sentir ese poder y esa fuerza que transmite Sandrine. Resulta algo extraño leer sobre una protagonista femenina que se dedica a esas actividades, ya que no se trata de la típica dama humilde, reservada y protegida por su familia, sino que nos encontramos desde la primera pagina con una mujer que se impone con todo. Es valiente, decidida, fuerte, poderosa, sabe cómo defenderse y cómo sacar a la luz el lado mas débil de los hombres. Siempre parece tener la última palabra y su lenguaje mordaz y algo tajante no hace mas que generar admiración en el sexo opuesto y envidia en las demás mujeres.
Me gusto mucho el personaje de Sandrine, admire muchas de sus actitudes y respuestas a la vez que me resulto agradable leer como de a poco va dejando caer esa coraza que la rodea cuando el amor aparece por primera vez en su vida,de mano de Roderick MacAllister.
Roderick es todo un caballero y parece tener el corazón mas sincero y honesto que nadie que haya conocido. Solo él la ve como nadie lo hizo antes, como una dama, como una mujer... y no una simple cortesana. Es un pratogonista masculino maravilloso, que te encariña apenas aparece en esta historia y te enamora con sus palabras. Sin embargo Sandrine tiene un orgullo muy grande y no da el brazo a torcer fácilmente, lo cual por momentos resulta reiterativo y hace que te den ganas de meterte en el libro para hacerla entrar en razón. Le cuesta mucho creer y sobre todo aceptar que alguien pueda quererla, que pueda desear de ella algo mas que su cuerpo,que alguien desee protegerla cuando siempre se ha valido por si misma.
Mientras las capas que rodean el corazón de Sandrine caen de a poco, vamos sintiendo esos aires agitados de la revolución, esos deseos de venganza de viejos enemigos, los prejuicios y miradas curiosas de la sociedad y la acción que se hace presente en varios momentos.
El romance entre los protagonistas es apasionado y muy romántico. Las promesas y palabras de amor le dan un toque especial y muy hermoso al libro.
Cuando todo parece perfecto aparece siempre alguien dispuesto a recordarle a Sandrine su vida pasada y el libro nos lleva a un final bastante agitado...
La cortesana de París es un libro que disfrute mucho. Me encanto conocer a una protagonista femenina con tanta presencia y personalidad. Una mujer que se impone como pocas y se muestra incluso mas fuerte que muchos hombres, excepto cuando de amar se trata y el corazón queda expuesto. La agitación de la revolución, los secretos de la sociedad, los acuerdos, los planes turbios y la acción están muy presentes. Todo ello en el marco de un romance apasionado que habla de las segundas oportunidades y del perdón. Que demuestra que no importa el pasado ni el futuro de cada vida sino lo que se tiene en el presente.
Puntaje: 4/5
Frases...
"No era la clase de mujer a la que podía intimidar. O de las que perdía la cabeza por alguien como él. No: ella era orgullosa, decidida, valiente y mordaz en sus comentarios. Todo lo que él siempre había anhelado en una dama."
"Ahora la miraba como nunca antes nadie lo había hecho. Esa mirada, que sin saber cómo ni por qué, le transmitía seguridad y bienestar... sentía que él la estaba amando como a una mujer y no como una cortesana."
"Si amarte es una locura, entonces, que me encierren pero no conseguirán que sane mientras no deje de sentir esto por ti."
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