Durante mucho tiempo
cada mañana escuchaba
a los sinvergüenzas de la radio.
Cada emisora tiene un sinvergüenza principal
dirigiendo el programa
y contrata a tertulianos
más sinvergüenzas aún
para "informar"
y confundir sin compasión
a la población que indefensa los escucha.
Lo confieso.
Durante años escuché
a esa manada de sinvergüenzas
como si fueran los intérpretes
de los secretos mejor guardados del universo.
Al principio pensaba que eran personas de bien.
Cambiaba de dial y oía más opiniones.
Muchas opiniones.
Todas de esos asquerosos sinvergüenzas.
Un día me di cuenta de que eran peor que demonios.
Confronté de forma habitual
la realidad con lo que ellos decían
y comprobé que eran bichos retorcidos y malignos.
Y empezaron a darme mucho asco.
Después confirmé lo peor.
No tienen alma.
No tienen conciencia.
Esos depravados sinvergüenzas están a sueldo
de oscuros intereses políticos y ambiciones empresariales.
Y todo lo que hablan oscila entre lo falso y lo putrefacto.
Son un aquelarre de ratas y serpientes
que escupen a la realidad desde sus bocas infectadas.
La verdad no les importa.
Solo buscan dinero y más dinero.
Siempre de rodillas ante los poderosos
intentando manipular a los ingenuos que los escuchan.
Puro vómito.
Pura repugnancia.
Ahora ya no pierdo el tiempo con esa basura de gentuza.
Escucho música.
Leo.
O fantaseo mirando la nada.
Aún así me da mucha rabia recordar el tiempo perdido
el tiempo desperdiciado
el tiempo malgastado
el tiempo que me han robado esos sinvergüenzas
y las mentiras que cada día vomitan a quienes les escuchan.
Espero que el karma les haga pagar todo el daño que han hecho.