El Jarama
Triste mi cuerpo
roto por los disparos,
pasado a bayoneta,
yace silencioso e inerte
en la solitaria trinchera.
Mis recuerdos exhalan
el último aliento,
recuerdo mi pueblo,
un pueblo perdido,
uno pequeño, olvidado,
de gentes de campo
viviendo de la labor,
de la labranza,
del ganado.
Recuerdo uniformes
que vinieron a sacarnos,
de nuestras humildes casas,
recuerdo las voces,
los chillidos de angustia,
recuerdo las órdenes,
también a mi madre,
llorando en el quicio
de la puerta de casa.
Recuerdo los camiones
llenos de hombres
vestidos de paisano,
recuerdo los dos días
de entrenamiento,
con el fusil
en la campiña.
Luego ya el campo
rojo de batalla,
pegando tiros,
segando vidas,
no conté muertos,
muchos fueron.
Recuerdo la batalla
la última y la peor,
en el frente del Jarama,
el enemigo disparando
contra nosotros,
yo sigo matando,
veo venir un enemigo,
yo estoy allí,
he de matarle.
Mas no puede ser…
suelto el gatillo,
después dulcemente
siento los disparos,
siento la bayoneta,
que me cala,
siento a mi verdugo,
pasar por encima de mí,
seguir la batalla.
Nicolás mi hermano,
el mayor, de 22 años,
yo tengo sólo 18,
con estas barbas
y esta mugre,
de muchos días,
no me ha reconocido,
estoy seguro.
Mi alma se va ya,
me desvanezco…
Pedro José
(Voltereta)
Dos bandos con la
misma alma, que hoy entre el recuerdo de los 276 niños asesinados, y las imágenes
de abandono de los valencianos, el alma llora desconsolada