No llegué a tiempo en el reparto de dones para conseguir la habilidad de ser escritora.
Pero mi querida amiga Elena sí que consiguió ese don.
Podría ser una escritora de best seller o haberse dedicado a publicar cuentos infantiles maravillosos. Pero ella ha preferido ser escritora de minilibros. Y es algo que yo agradezco, porque en vez de que se la rifen las grandes editoriales, ella deja en mis manos la edición de sus preciosas creaciones. Y para una escritora frustrada como soy yo, eso es un regalo inestimable.
Ya ha escrito cinco libros. Todos ellos preciosos. El último, "Zarpas"; la historia de un pirata valiente de corazón romántico.
Todos me han robado un trocito de corazón, pero es este último, el que más me ha atrapado. No se si es porque soñé un osito pirata antes de que él naciera, o porque el recorrido hasta verlo en papel ha sido largo y divertido, o por la dedicatoria que Elena me ha hecho en su blog y me ha arrancado las lágrimas. El caso es que me cuesta despedirme de esta aventura.
¿Conocéis esa sensación? La de hacer algo con todo tu interés y verlo acabado? Y pensar... ya se acabó? Pues eso me ha pasado a mi con "Zarpas". Me cuesta desligarme.
Así que he cogido una foto, unos hilos y una aguja...y lo he prolongado un poquito más. Una forma de agradecerle a él y a su creadora, los momentos tan felices y emotivos que me han hecho pasar.
Y de ahí ha salido este cuadro hecho a punto de cruz.
Esta foto del apuesto Zarpas, con su loro Ávery es la que lo ha inspirado.
El apuesto Zarpas con su loro Ávery.
Y creo que ahora habrá que esperar hasta el próximo libro.
Esta foto del apuesto Zarpas, con su loro Ávery es la que lo ha inspirado.
Y creo que ahora habrá que esperar hasta el próximo libro.