Mi fe:
Se despuntan alas en las que brilla el
oriente de mis aguas,
lloviznas que traen arenas del desierto en
el cauce de mis oasis.
Brillan pupilas irisadas de luz de
luna,
de brumas nacaradas que humedecen tus
sombras calladas,
prometidas del viento,
amarradas de salitre, de tierra mojada y
sueños desorientados…
Tu fe:
Dibujas las líneas trazadas en el tiempo
que nunca se perdió,
que fue pasado sin pasar, presente
discontinuo, futuro… tal vez…
Aleteas en el mar que te ampara,
en la soledad que reclamas en el paraíso
de mis vértices,
salpicado de deseos incontenidos,
incontenibles, bramados a lo oscuro…
Nuestra fe.
Nuestro Credo:
El tiempo sin tiempo.
El límite derramado en suspiros y
anhelos,
en el nocturno crepuscular que se vence
sobre los arreboles
y desnuda la piel que cubre los huesos de
estas almas nuestras.
La arena, noctívaga en cuarto
creciente,
se viste de pétalos rojos que
emergen
el hechizo de este Destino sostenido de
los arcángeles,
en este hado impregnado entre piedras y
angostos senderos,
caminos de barro y sal que bañan las
heridas que se contienen en silencio.