No es posible mantener ardiendo en la eternidad lo que tiene por naturaleza ser pasajero.
Lo bello y lo triste de los chispazos de inspiración es que son eso: chispazos. Efímeros brotes de luz que ciegan al que los contempla con la algarabía de la locura, el placer y el amor, haciéndoles sentir inmensos e invulnerables. Pero, cuando ese chispazo comienza a menguar, la luz se dispersa, el aroma de las flores se desvanece, el incienso que ardía en el pecho se evapora y la pasión se aletarga, volviendo a dormir. Después de eso, ya nada es igual, aunque se le quiera repetir.
¿Cuántas veces no he sentido esos chispazos? Y cada uno ha sido único e irrepetible. Lo doloroso es que quedan tatuados en la memoria del alma y el soñador deja de ser feliz, porque los anhela, los busca, los imagina, una y otra vez, creándose un infierno del que sólo puede escapar gracias a la aparición de otro chispazo.
Sin embargo, y aun con toda la tristeza que pueda traerme la desaparición eterna de esas chispas de luz repentinas, me siento agradecido; pues, sin ellas, no habría sido capaz de escribir poesía.
Mantener en la mente esa verdad: “Todo es pasajero, nada permanece”. Me devuelve a mi centro, a la verdad de la vida, a la realidad de las cosas y su perenne fugacidad. Vuelvo a retornar los ojos al desapego, a la libertad, a la soledad y al silencio que otorga la existencia tal cual Es, porque sólo aquello que se ama con toda el alma puede ser mantenido con vida en la eternidad, pero es un trabajo arduo que exige consciencia plena de lo que se tiene en las manos para ser cuidado, respetado y venerado.
Sin más que decir, se entiende que las musas son efímeras, así como lo es la pasión que ellas traen cuando aparecen. Lo eterno es el poeta, el escritor, la mente detrás de la Creación, siendo el Creador mismo el que somete a la naturaleza de las formas la materialidad de su arte. Someter a una chispa a la invencible luz de la eternidad creadora es devastarla, violarla y asesinarla.
¿Qué ser que se sepa artista someterá a tal barbarie a una chispa de luz que ha nacido para sembrar la semilla de la inspiración pasajera? Sólo un desalmado, un egoísta, un ciego lleno de falacia se embriaga con la creencia irracional de la permanencia obligada.
Por eso te aconsejo, creador de arte, no te turbes por la falta de luz cuando ésta te abandone. Búscate dentro, camina hacia las profundidades de tu alma, escúchate, pálpate, siéntete y ámate. Dentro de ti encontrarás la luz eterna, la voz que nunca calla, la verdad de tu presencia, la divina flama de la Creación Perpetua. Eternízate en libertad, asciende, trasciende.
¡Sé el Dios que se te ha decretado Ser!
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