Ella era el producto típico de una tierra con los mejores vinos sudamericanos. Nacida en la región cuyana argentina lucía radiantes treinta y cinco años, diez menos que yo. Para nuestro primer encuentro íntimo viajó a Buenos Aires desde la provincia de San Juan y trajo un vino para disfrutarlo juntos.
No suelo
beber seguido, pero me gusta el vino añejado en roble. Y ella, en su
treintañera pureza, resultaba como una bebida cuidada con sensiblería de máxima
calidad. La siguiente prosa está escrita con el estilo de descripción de las
etiquetas que suelen portar los vinos finos.
…
EL VERDADERO SABOR DE LAS UVAS
Ella llegó hasta estas sábanas desde una tierra
hacedora de vinos. Y sabe que gracias a la perfecta trilogía de sabor, color y
aromas las vides de la piel desarrollan sus mejores calidades, lo sabe y ofrece su copa llena de frutos inesperados que evolucionarán en el tiempo hacia
recuerdos suaves y untuosos.
Dos décadas de reposada madurez sumados a una
crianza de quince años bajo sol cuyano son los fundamentos de la rústica
sensualidad de esta mujer que, ante mis ojos, pasea descalza sus
pechos de uva por la alfombra de la habitación.
Irradia su cuerpo un desnudo púrpura con matices
rubí. Su piel acerca aromas de frutas negras, añejadas desde sus ancestros
femeninos con una evocación de canela que deja un prolongado final de boca luego del amor.
Este cuerpo entre mis manos es como piel de uva resultado de vinos aromáticos; no sé qué mezcla ha producido la naturaleza en el
cuerpo de esta mujer, pero sus colores y sus perfumes con notas de vainilla imponen beberla toda.
A la vista ella presenta finos rayos de luna en
sus bordes; en nariz entrega aromas jóvenes y en boca una larga resolución. Sobre
mi cuerpo sabe equilibrarse, con piernas raíces a mis costados cuyos límites se
pierden en la resonancia de la tarde. Y el destello en su pelo arracimado como
cascada nocturna puede durarme en la copa toda una vida.
Ella otorga sabores que vienen luego del primer trago. Celebro en el reducido espacio de esta habitación los relieves de su cuerpo; contemplo el resultado de la siembra que ha logrado por cosecha un cuerpo delicioso. Los flujos de su boca y de su sexo derivan en fino néctar, alegría del paladar, fiesta de la vida.
Su pelo una cascada nocturna… Cascadas hay bellísimas en
mi Argentina, íntimas algunas, como la que ofrece este video
de música nativa, melodías de la tierra profunda, milenaria. Algunas gotas de
sangre heredé de esa raza llamada Mapuche.
“Pire”, por Anahí Rayén Mariluan
Venimos del agua. El agua cura, dicen, pero también inunda y mata. Diana Dowek es una pintora argentina que muestra en sus obras la crudeza de la realidad, pero también recurre a simbolismos. En la siguiente pintura se observa un alerta sobre lo que puede pasar cuando se avasallan las instituciones de un país (traduzco: hoy en mi país).
GRACIAS POR LEER