Por varios meses estuvo dedicada a ese proyecto y ya casi lo concluía, debía terminar su libro antes del plazo acordado con su editor, su investigación había sido exhaustiva, pero siempre fiel a su espíritu necesitaba la experiencia o al menos a quien la hubiera vivido y pudiera transmitírsela.
Con anticipación compró el billete de tren y el día para su esperado viaje había llegado al fin, se encontraría con aquel hombre de quien solo conocía hasta ese momento su voz a través del teléfono.
Tras unas horas de viaje llegó al hotel con la alta expectativa que le había provocado la charla telefónica, así se sentó en una mesa a esperarlo, sacó su libreta de notas y la grabadora cuando escuchó su voz, - "Buenos días Señorita Eva". Ella levantó la mirada y estiró su mano para saludarlo. No usaba traje como ella pensaría ante lo que suponía, sí iba de negro riguroso y un bien cuidado aspecto. "Usted debe ser el Señor V. Buenos días Señor". - "Un placer", agregó él. "Desde este momento estoy a su disposición y espero servile de ayuda en su investigación".
Eva sonrío mientras V se sentaba frente a ella sin quitarle la mirada. Eso la inquietaba de cierta manera y así fue mientras duró la entrevista, una charla amena, tan familiar aún con un desconocido que respondió cada pregunta, y era lo que ella necesitaba para concluir su libro. V hablaba pausadamente, hombre de pocas palabras pero certeras. Eva cruzaba sus piernas e inevitablemente presionaba sus muslos y entre ellos, esas ganas que iban surgiendo conforme la conversación se extendía y se internaba en un mundo desconocido para ella. Él siempre sereno con su atenta mirada, mirada que Eva evitaba ya que en ella encontraba una fuerza que la subyugaba. tanto que la temperatura de su cuerpo poco a poco aumentaba y no podía disimularlo.
El tiempo transcurrió prontamente, llegó el momento de concluir la entrevista, V se puso de pie y antes de despedirse le entregó un fino joyero decorado con un León y le solicitó abrirlo cuando llegara a casa. Eva agradeció el regalo con algo de sorpresa en su rostro, se despidieron con la promesa de enviarle su libro como gesto de agradecimiento.
Al regreso, Eva llegó cansada, solo tomó algo de tarta de manzana antes de poder dirigirse a la cama, pero no pudo resistir el sacar de la maleta el joyero y abrirlo, al hacerlo dejó salir una exclamación de sorpresa, el joyero contenía un collar de sumisa, una cadena, un plug adornado con un León, y una nota que decía: "Ninguna experiencia es completa sin realmente probar en carne propia las sensaciones de ser sometida. Si aceptas será nuestro secreto".
Ya no podía ir a dormir con esa idea dando vueltas en su cabeza, aquella de entregarse como nunca antes a un hombre, mordió su labio, volvió a sentir ese latido en lo más íntimo y sin dudar más cogió el teléfono y lo llamó. "Diga?" - "Señor V? acepto"...