Se acerca alterando toda perspectiva
y su boca desafiante
ofrece un festín al cobrar vida,
se desdobla al cuerpo
que en vano intenta gobernarla
y en su articulación reside toda razón
para leyes de atracciones.
Tras el gesto mudo e insinuante
su lengua asoma rebelde,
como látigo que domina
humedece los bordes de vértice a vértice
queriendo cortarme con su afilada lascivia.
Poder ineludible que aliena y provoca
desligándose de los ojos
para transgredir mi cordura,
buscando coserme los labios a besos
para en cada uno de ellos
pedir perdón por invadir mi silencio.