Elder Scrolls
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Artículo principal: Libros (Online)

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  • Feudo redoran, Balmora.

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Estimado ministro Tharyon de la Casa Redoran:

Te escribo por un asunto de gran importancia. Mi oficina ha estado recibiendo un número de quejas cada vez mayor estas últimas semanas. Muchos de los huéspedes de nuestra Casa han sido tratados de mala manera por los alguaciles de la Casa Redoran. Como bien sabes, la Casa Hlaalu tiene el deber de atender estas quejas en su nombre.

Mi querido ministro, aunque creo como tú en la superioridad del pueblo dunmer, debemos intentar guardarnos tales opiniones. La Casa Hlaalu deja para la Casa Redoran los asuntos de defensa. Yo os ruego que nos dejéis a nosotros los asuntos de comercio y diplomacia.

Nuestra economía está en peligro. El Pacto nos ha traído cierto grado de seguridad, sí, pero el precio ha sido alto. Más de lo que la Casa Redoran está dispuesta a admitir. Mis ministros de comercio han viajado grandes distancias para consolidar nuestras propiedades fuera de Morrowind. Aunque el enemigo se ha apoderado de la mayoría de nuestras propiedades extraterritoriales, conservamos considerables activos en bolsas imperiales y negocios extranjeros. Extraer estas riquezas no es un trabajo fácil. Lleva tiempo, oro y lo más importante: contactos. No nos podemos permitir alienar a los pocos amigos que tenemos fuera del Pacto.

Justo esta mañana he recibido una queja de Theodric Ashcroft, un respetado inversor bretón. Por lo visto, lo abordaron un par de alguaciles mientras inspeccionaba un posible sitio de construcción. Por una insignificante infracción religiosa, según dice. Saltó una valla para ver mejor la propiedad o algo así. Según Ashcroft, el alguacil lo tumbó en el suelo, lo arrastró al templo y lo entregó a los ordenantes, quienes lo sometieron a nada menos que tres horas de interrogatorio y reeducación corporal. Huelga decir que ya no invertirá en nuestra bella ciudad. Tanto Ashcroft como su oro han huido al continente.

Puede que esta gente sea inferior, que sus religiones sean repugnantes y que su comportamiento sea tedioso, pero por el amor de los Tres, ¡tragaos vuestro orgullo y apechugad! El fanatismo vano no pondrá comida en nuestras mesas. No podemos llenar nuestras arcas con incienso y oraciones y esperar librar una guerra de forma efectiva. El comercio interprovincial es un mal necesario, os guste o no. Insisto con toda la firmeza posible: dejad en paz a los forasteros. Espero no tener que decir nada más al respecto.

Con todo el respeto,

Tirnur Nalyn, virrey adjunto de comercio de la Casa Hlaalu.

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