Tengo la noche sujeta en el temblor de mis manos
La sangre que se agita impetuosa
cosquillea mis dedos,
Lucho para alejar el humo gris que acerca la niebla,
Impidiendo que mi botella se llene de ilusiones.
Tú despertaste mis flores dormidas y abonaste mi tierra
con el vuelo de tu palabra.
La máquina de las quimeras ponía en marcha
nuestros encuentros de madrugada,
Quisimos crear un cielo, una tierra nueva
, donde el centro fuésemos tú y yo,
Se levantó la tierra, y todo terminó
Aun así, sé que me quisiste
que mantuviste una lucha feroz
con los deseos y la razón.
De mi libro EL FILO DEL VESO