El cosmoequipo comienza a estar algo agotado. Sin embargo, una energía extraña nos recorre el cuerpo. Es el último cosmofinde, es la recta final, y aún quedan los últimos actos en Orive, la entrega de la Antología especial, la mudanza a Viana para los últimos Poetas del Mundo en Córdoba... Sí, aún mucho trabajo, muchas horas por delante de libros, poesía, cajas y fotos. No obstante, cuando tan solo se suceden anécdotas (en bucle, en la cabeza), sabemos que el cosmofinal comienza a hacer de las suyas. Siempre nos pasa lo mismo: vemos venir las últimas horas y el terror se mezcla con una nostalgia anticipada y tan solo queremos hablar de lo que ha acontecido.
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Xi Chuan (China) ha venido al mundo para dejarse comer por los mosquitos, que, al fin y al cabo, hay tres clases de seres en este mundo: carnívoros, herbívoros y chupa sangre. Cuenta que hay personas que no abren las puertas de su casa por temor a que entre los mosquitos. Sin embargo, él, poeta comprometido con la realidad al máximo, que sabe cuánto dura el silencio de tres años sin escribir, cuánto el que se sucede tras la muerte de los amigos próximos y la represión de Tiananmen, constata que "proteger la naturaleza es también proteger a los mosquitos" y por eso afirma: "una de las razones por las que vine al mundo es para ser mordido por los mosquitos". Interpretemos como interpretemos el término "mosquitos", lo coloquemos aquí o allá en la cadena trófica, siempre acontece esta pregunta: "¿En qué se convierte un mosquito después de muerto?".
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Cosmodesayuno "La poesía ante la actualidad", con Iman Mersal (Egipto), Aicha Bassry (Marruecos) y José María Álvarez. Fotografía de Lola Araque
Aicha Bassry (Marruecos) comenta en uno de los cosmodesayunos sobre poesía y realidad que hay un dicho en francés que dice algo así: "el poema es bello e infiel y feo y fiel". Ella dice que prefiere ser infiel. Nos reímos. Nos reímos porque hablamos de poesía y traducción y de poesía y compromiso social, también de la vida, e Iman Mersal (Egipto), que distingue tremendamente su poesía de la realidad y el discurso político, afirma que, cuando era joven, se dio cuenta de que el setido del humor era lo más importante de su poesía. Apoyar el sentido del humor con la poesía es el mayor compromiso político y, también, lo que mejor se mantiene con el tiempo. Sí, nos reímos entre cafés con leche y pastas para escribir poemas infieles en el futuro que hagan que otros quieran mantener intacto su sentido del humor.
A Cristina Domenech (Argentina) el exilio le sale por los poros. Eso dice ella, hija de un catalán emigrado a Argentina durate la Guerra Civil española, que "hablar de exilio es siempre hablar de una patria múltiple". Sí, "no hay lenguaje para hablar del exilio", afirma con rotundidad, porque cuando se regresa, jamás se es el de antes y eso no es volver, no es regresar. Cristina reflexiona sobre el "exilio" a propósito de la condición de exiliado de Luis Cernuda, que para Antonio Rivero Taravillo nuestro poeta homenajeado "estuvo exiliado desde que nació. Cernuda estuvo exiliado en un mundo que es este", más allá del pasaporte y las maletas, por su propia posición vital.
Nos impresiona el discurso de Cristina, que llevábamos días escuchandola hablar de los talleres de poesía que imparte en prisión, de "sus presos" y "Ondas de Hisroshima", luciendo bajo el brazo las antologías que recopilan los poemas de sus alumnos, y, por fin, ella, su historia, su discurso y sus versos, que encierran tragedias y nombres desaparecidos. Se sabe "hija de la dictadura militar" y también hija de todas sus pérdidas.
Tautología
Me pregunto por esta insistencia
de traer una y otra vez
así, viciosa y reiteradamente
carne fresca a este infierno.
Responde una voz oculta
en el lecho pronfundo de la música
nacemos de los hijos
aprendemos a sernos
en sus ojos
Alguien dice
desbaratar los ojos
en migajas del tiempo que no cesa
Nada nos enseña a ser huérfanos
en esta tautología de andar perdidos
como hijos de los hijos
Cristina Domenech
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Cristina Domenech junto a Antonio Rivero Taravillo y Piedad Bonnett.
Fotografía de Lola Araque
A Cristina Domenech (Argentina) el exilio le sale por los poros. Eso dice ella, hija de un catalán emigrado a Argentina durate la Guerra Civil española, que "hablar de exilio es siempre hablar de una patria múltiple". Sí, "no hay lenguaje para hablar del exilio", afirma con rotundidad, porque cuando se regresa, jamás se es el de antes y eso no es volver, no es regresar. Cristina reflexiona sobre el "exilio" a propósito de la condición de exiliado de Luis Cernuda, que para Antonio Rivero Taravillo nuestro poeta homenajeado "estuvo exiliado desde que nació. Cernuda estuvo exiliado en un mundo que es este", más allá del pasaporte y las maletas, por su propia posición vital.
Nos impresiona el discurso de Cristina, que llevábamos días escuchandola hablar de los talleres de poesía que imparte en prisión, de "sus presos" y "Ondas de Hisroshima", luciendo bajo el brazo las antologías que recopilan los poemas de sus alumnos, y, por fin, ella, su historia, su discurso y sus versos, que encierran tragedias y nombres desaparecidos. Se sabe "hija de la dictadura militar" y también hija de todas sus pérdidas.
Tautología
Me pregunto por esta insistencia
de traer una y otra vez
así, viciosa y reiteradamente
carne fresca a este infierno.
Responde una voz oculta
en el lecho pronfundo de la música
nacemos de los hijos
aprendemos a sernos
en sus ojos
Alguien dice
desbaratar los ojos
en migajas del tiempo que no cesa
Nada nos enseña a ser huérfanos
en esta tautología de andar perdidos
como hijos de los hijos
Cristina Domenech
pálida señorita del paraguas