"Éramos felices y no lo sabíamos"
Te dirán que el mu(n)do sabe a gloria,
o que no hay más opción que levantare
...tras la derrota.
Que los volcanes evaporan
los restos de algunos malos viajes ,
y otros, que nada lleva a alguna pArte.
Te dirán que el frío cala pero no mata,
y los mejores poemas son las penas
que jamás se han escrito.
Que tras la empuñadura de una duda
nadie sabe lo que pasa porque
sencillamente no lo ha vivido.
Puede que te cuenten también
algunas historias sueltas,
sentenciadas por la caducidad
y perdIdas en los juEgos del olvido.
Pero lo que importa siempre es...
aquello que elijas contarte a ti mismo.
dEsTeLlOs dE lUz
domingo, 29 de septiembre de 2019
martes, 24 de septiembre de 2019
CONticinio
Es pasadizo estrecho,
el causal nexo,
entre lo que muere
y vive yermo.
Columna vertebral
soPortando la pRisa
de vagones con miedo.
Túnel, noche, silencio.
Y pensar que algunos,
viajamos a nuevos comienzos...
el causal nexo,
entre lo que muere
y vive yermo.
Columna vertebral
soPortando la pRisa
de vagones con miedo.
Túnel, noche, silencio.
Y pensar que algunos,
viajamos a nuevos comienzos...
domingo, 15 de septiembre de 2019
Hoy el verso se debe a ti,
cautivo, enriquecido
por las huellas que tararéan
los flancos de cada acción.
Es una comunión sin rito,
un apócrifo que desafía redención.
Como llegar a lugar repleto
y sentir el desierto
haciendo cosquillas sobre la sien.
Saliendo del aleteo
que cosquillea sobre los pensamientos
mientras desafías a la propia fe.
El verso sabe a frío,
como el hielo que pasa
de quemarte a petrificar la piel.
Como los recuerdos
que (no) nos permiten
dejarnos caer.
El verso siempre huele a miedo,
cuando le dejas nacer; a nostalgia
entre miradas de por qué o para quién.
Pero si hay algo cierto,
es que el verso muerde la propia piel...
Porque a veces, sin sab(V)erlo...
sencillamente el verso eres tú.
cautivo, enriquecido
por las huellas que tararéan
los flancos de cada acción.
Es una comunión sin rito,
un apócrifo que desafía redención.
Como llegar a lugar repleto
y sentir el desierto
haciendo cosquillas sobre la sien.
Saliendo del aleteo
que cosquillea sobre los pensamientos
mientras desafías a la propia fe.
El verso sabe a frío,
como el hielo que pasa
de quemarte a petrificar la piel.
Como los recuerdos
que (no) nos permiten
dejarnos caer.
El verso siempre huele a miedo,
cuando le dejas nacer; a nostalgia
entre miradas de por qué o para quién.
Pero si hay algo cierto,
es que el verso muerde la propia piel...
Porque a veces, sin sab(V)erlo...
sencillamente el verso eres tú.
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